Los adolescentes de Oncología y Cirugía de Alicante ya tienen aula propia de Secundaria

A la unidad abierta este curso en el Hospital de Alicante asisten jóvenes de 12 a 20 años de toda la provincia

Los profesores dan clases a nivel de Bachillerato personalizadas para que puedan preparar la Selectividad 

La Unidad Pedagógica Hospitalaria del Hospital General Universitario de Alicante

Pilar Cortés

J. Hernández

J. Hernández

La unidad pedagógica hospitalaria es el equivalente al colegio y al instituto de los niños y adolescentes en tratamiento de una enfermedad que les obliga a un seguimiento continuo, como el cáncer, una cirugía o una patología crónica: esto les altera su aprendizaje y preparación escolar por las sesiones de quimio o los ingresos.

En la provincia hay ocho en distintos hospitales y al año pasan por ellas unos 2.000 alumnos. Lo habitual es que no haya distinción de edades y estén juntos pacientes de entre 2 y 20 años con necesidades educativas muy distintas. Desde este curso el Hospital de Alicante es el primero de la provincia que desdobla este espacio y que ha creado un aula de Secundaria para adolescentes de 12 a 20 años donde los profesores dan clases de FP y Bachillerato, y les ayudan a que se puedan preparar la Selectividad como refuerzo a los docentes que prestan atención domiciliaria. Una mejora que beneficia a jóvenes de toda la provincia al ser centro de referencia en numerosas especialidades oncológicas.

«Hay pacientes de 2 a 20 años pero hay momentos en que los adolescentes necesitan su espacio»

Marisa Ibáñez

— Coordinadora de la Unidad Pedagógica

«Hemos abierto este curso una unidad de adolescentes donde pueden dar clases personalizadas (es decir, un alumno por profesor) en un espacio para ellos», explica Marisa Ibáñez, coordinadora de la Unidad Pedagógica sobre un aula que se solicitó en septiembre y que fue concedida por la Conselleria de Educación en noviembre para atender una demanda creciente pues el perfil de alumnado de hospital ha cambiado y el 80 % son adolescentes y el resto niños. Antes era lo contrario.

Quimioterapia

A Artur Martirosyan, de 17 años, un tumor de tiroides y la quimioterapia le cambiaron la vida. Es un chico de sobresaliente en Matemáticas. Está haciendo el Bachillerato a distancia en el Figueras Pacheco: no puede asistir a las sesiones tutoriales de cada semana por las terapias o por indicación médica, así que acude al aula del hospital cuando lo necesita.

«Es una ayuda extra disponible por las pérdidas de tiempo a causa de los tratamientos que no puedo dedicar a mi futuro que es de agradecer». Le gusta la mecánica, la tecnología y la inteligencia artificial, de ahí que baraje estudiar en la Universidad de Alicante una ingeniería informática o un doble grado con Administración y Dirección de Empresas, según la nota que saque en Selectividad, pero está preocupado por las Letras.

«Echo en falta las clases y a los compañeros pero el hospital hace también eventos muy chulos»

Artur Martirosyan

— Adolescente en tratamiento

Selectividad

«Artur es muy autoexigente. La EBAU es igual para todos y nos tenemos que preparar para esa prueba pero por la experiencia de otros alumnos va a sacar muy buena nota», apunta su profesor, Jesús Soriano, que abunda en que a los alumnos más mayores se les proporciona un plus de profundización en las materias «y normalmente se consigue llegar al nivel a pesar de la enfermedad y de que no pueden ir a clase con normalidad».

"Normalmente se consigue llegar al nivel a pesar de la enfermedad y de que no pueden ir a clase con normalidad»

Jesús Soriano

— Profesor

Este año cuentan con una veintena de adolescentes en todas las fases de tratamiento «y es muy loco dar clases específicas a cada uno». La atención educativa se presta de forma itinerante en el aula infantil, en la sala de adolescentes, en el hospital de día, en las habitaciones y en el parque Juanín a cargo de cuatro profesores, dos de Primaria y dos de Secundaria, con clases siguiendo las rutinas de los centros cuando los niños o adolescentes están ingresados por quimioterapia, enfermedades crónicas, cirugía pediátrica de corta y media estancia o pediatría general. 

Voluntarios

En esta labor desempeñan un papel básico los voluntarios de la Asociación de Padres de Niños con Cáncer de la Comunidad (Aspanion). María José Barceló, abogada, llegó a la entidad hace 20 años. «Cuando un niño tiene cáncer toda su familia lo sufre y se pretende dar una atención a todo su entorno. Además, te sientes parte de un equipo y las familias se sienten respaldadas y atendidas».

"Cuando un niño tiene cáncer toda su familia lo sufre y se pretende dar una atención a todo su entorno"

María José Barceló

— Voluntaria de Aspanion

También ayuda con las clases, explicando verbos e imperativos a niños como Nayra Rosa Bian, de 12 años, a la que han colocado placas en las rodillas para evitar su deformación. En el aula infantil hay niños como Zaira Ramón, de 9 años. «Me encanta estar aquí, me lo paso superbien y hacemos muchos juegos». Su madre, Sandra Martínez, señala que «cuando venimos a la quimio está deseando subir a ver a los profes. El aula es una vía de escape para ellos». 

«Es un apoyo educativo esencial para los adolescentes y potencia que hagan piña entre ellos»

Doctora María Tasso

— Jefa de Oncología Infantil

La jefa de Sección de Oncología Infantil, la doctora María Tasso, apunta que el aula ayuda a los niños a llevar mucho mejor los ingresos, sobre todo los de larga duración y para los adolescentes es un apoyo educativo fundamental que «potencia que hagan piña entre ellos, que es muy importante». Explica que gestionan muy bien las ayudas escolares en los domicilios para los que no pueden ir de forma regular a la escuela. «El equipo de Aspanion oferta ayuda psicológica pero todo suma y cuando tienen todo el apoyo viven la situación con más naturalidad».