Miguel Primo de Rivera, un dictador que gobernó en la contradicción

El escritor Gerardo Muñoz, que ha puesto luz sobre el general golpista, presenta su libro en el Club INFORMACIÓN acompañado por Juan R. Gil

Abolió los derechos individuales y colectivos, pero creó los comités paritarios para defender a los trabajadores. Aprobó leyes contra el alcohol, el juego y la prostitución, cuando él era un bebedor y jugador empedernido, y gustaba rodearse de mujeres, sobre todo, pagando. Era monárquico, pero no cortesano. Defendía las leyes, las suyas, pero quitó la competencia al Tribunal Supremo para criticarlas. No tenía en mucha estima a los políticos, pero fue senador por Cádiz con los conservadores y quiso repetir con los liberales. Tampoco a los periodistas y sin embargo obligaba a que se publicasen sus artículos en prensa. 

Así era Miguel Primo de Rivera, un personaje olvidado por la historia que dio un golpe de Estado en septiembre de 1923 e implantó una dictadura que duró hasta 1930. A este periodo pone luz el escritor Gerardo Muñoz en su libro La dictadura de Primo de Rivera. Los seis años que le costaron el trono a Alfonso XIII (Almuzara), que presentó ayer en el Club INFORMACIÓN, en un acto que fue conducido por Juan R. Gil, director general de Contenidos de INFORMACIÓN. «Se echa en falta un estudio psicológico serio de este personaje», aseguró el autor durante este encuentro.

Gerardo Muñoz y Juan R. Gil, en un momento de la presentación del libro.

Gerardo Muñoz y Juan R. Gil, en un momento de la presentación del libro. / HECTOR FUENTES

«Para pensar cómo era este hombre hay que irse a las fuentes más originales que son las suyas mismas, porque él escribió artículos de obligada publicación para los periódicos. Le gustaba manipular y dar noticias que eran más mentira que verdad, de ahí vienen que se diga que fue el creador de las fake news».

Sobre el papel que jugó el rey Alfonso XIII en este golpe de Estado, Gerardo Muñoz afirma que «hay pruebas de que tenía noticias de que se estaba preparando todo». De hecho, el propio Primo de Rivera aseguraba que lo hizo todo «sin esconderse». «El rey tomó la determinación casi dos días después, cuando llegó a Madrid, de aceptar el golpe y constituir un gobierno militar, decía que por las circunstancias y para evitar una guerra civil». Una situación que tiene cierto paralelismo con el golpe de Estado de 1981. «Entonces el rey no apoyó el golpe, pero su abuelo sí».

Primo de Rivera, que no tuvo mucho apoyo militar cuando dio el golpe, prohibió los partidos y suspendió las elecciones. «Tomó medidas muy duras en lo político y en lo social también, pero no tanto. Se abolieron los derechos individuales y colectivos, se disolvieron los ayuntamientos y diputaciones, y creó un partido único, Unión Patriótica».

Sin apoyo, pero sin resistencia

Sin embargo, «no fue mal recibido el golpe de Estado por el gobierno liberal, tampoco lo defendieron pero no levantaron la voz, ni siquiera los socialistas que se opusieron al golpe pero no defendieron al Consejo de Ministros», asegura Gerardo Muñoz.

Al acto asistió la consellera de Innovación y Universidades, Josefina Bueno; la exdiputada y expresidenta del PSPV Juana Serna; los también socialistas Francisco Sanguino y Ángel Franco; el director general de Relaciones Informativas de la Generalitat Valenciana, Pere Rostoll; el director de Casa Mediterráneo, Andrés Perelló, y el director del MARQ, Manuel Olcina, entre otros.