La cultura en Alicante, en manos de mujeres

Las responsables del IVC en Alicante, el Teatro Principal, el MACA y el Gil-Albert consideran un «buen síntoma social» que las mujeres marquen la agenda cultural desde instituciones públicas

De izquierda a derecha, Alicia Garijo, Mª Dolores Padilla, Rosa Castells y Cristina Martínez, en el barrio de San Antón de Alicante.

De izquierda a derecha, Alicia Garijo, Mª Dolores Padilla, Rosa Castells y Cristina Martínez, en el barrio de San Antón de Alicante. / RAFA ARJONES

África Prado

África Prado

Son mujeres nacidas entre los años 50 y 60 del pasado siglo y están al frente de cuatro instituciones públicas culturales en la capital de la provincia. Son responsables de gran parte de las exposiciones que vemos cada año, de los espectáculos escénicos con los que disfrutamos o de otras propuestas culturales con las que reflexionamos. Rosa Castells, conservadora de las colecciones del Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA) desde 2003, y Mª Dolores Padilla, subdirectora del Teatro Principal de Alicante, donde trabaja desde 1991, son ya veteranas en sus puestos, junto a Alícia Garijo, delegada territorial del Institut Valencià de Cultura en Alicante desde 2017 y, con apenas cuatro meses en el cargo, Cristina Martínez, directora cultural del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert.

«Es muy buena noticia que cuatro mujeres estemos al frente de espacios que marcan la agenda cultural de Alicante», destaca Padilla, que fue la primera mujer en acceder a la dirección del Principal (de 2006 a 2015) y cree que «lo de Alicante, afortunadamente, es una realidad y debemos felicitarnos por ello». También Garijo cree importante esta coincidencia: «Por supuesto. Es un síntoma de los cambios que se van produciendo en nuestra sociedad. Cada vez hay más mujeres en la universidad, en la empresa, en puestos directivos. Es un buen síntoma de salud social»

«Sin duda -añade Castells- se impregna un modo de hacer, una sensibilidad o una escucha determinada. Las estructuras se modifican desde dentro», aunque no cree que deba ser obligatorio que una institución la dirija una mujer para que sea feminista: «Lo que sí garantiza la presencia de mujeres concienciadas es el compromiso con la diversidad, aunque necesitamos ampliar la presencia de otras minorías en puestos de poder para garantizar la pluralidad».

Martínez ve en esta confluencia una cuestión de «lógica» porque «somos más visibles, ahora se nos escucha y se nos valora más», pero rechaza «el argumento de que la mujer tiene más sensibilidad con la cultura y otros tópicos que no nos ayudan en absoluto y que se utilizan como justificación para que no lleguemos a otros cargos políticos, económicos o empresariales», mientras Garijo aclara que «somos cuatro mujeres con miradas diferentes y eso también se plasma en nuestras programaciones».

Perspectiva de género

Respecto a si tienen en cuenta la perspectiva de género a la horade elaborar sus programaciones, Padilla afirma que ella se centra «en la calidad de la propuesta», pero reconoce que «en los últimos años ha aumentado la incorporación de las mujeres con trabajos de calidad», al tiempo que Martínez, que destaca que en su equipo hay doce mujeres, apunta que intenta «dar visibilidad al mérito cultural, de cualquier género, mirando todos los colectivos, y ello implica que el talento femenino esté muy presente porque existe y mucho».

Cristina Martínez, Rosa Castells, Mª Dolores Padilla y Alícia Garijo

Cristina Martínez, Rosa Castells, Mª Dolores Padilla y Alícia Garijo / RAFA ARJONES

Para Castells «no cabe otra posibilidad» que fijar dicha perspectiva, ya que los museos son «herramientas poderosas de transformación social» que tienen «la responsabilidad de construir una sociedad más igualitaria» y en el MACA, indica, «cuestionamos la presencia de artistas en las colecciones, corregimos las ausencias y procuramos desde la educación revertirla», tras recordar que casi el 60% del público del museo son mujeres. Desde el Teatre Arniches, Garijo coincide en el intento de visibilizar la creación femenina, «pero aún debemos seguir avanzando y ayudar a construir referentes de mujeres que crean, que emprenden, que son valientes. No debemos bajar la guardia».

Presión

Entre ellas dialogan y a veces acometen proyectos conjuntos y, en general, no sienten más presión por ser mujeres porque la mayoría lleva años demostrando su valía. De hecho, Castells hace funciones de directora sin serlo porque ese cargo no existe, pese a que «las ocupaciones siempre han sido innumerables atendiendo a mil tareas diversas al mismo tiempo»; al igual que Padilla, subdirectora que ejerce de directora en funciones desde 2019 («Trabajo con propuestas de gran envergadura y me enfrento a retos que deben solucionarse a diario», indica, aunque su experiencia en la gestión y en la dirección del teatro y otros ámbitos le ayuda «a no ver nunca dificultades»).

Discriminación

Discriminación sí han sentido en algunas ocasiones. «Por ejemplo, a la hora de definir los puestos de trabajo. Compañeros en puestos similares percibían más remuneración salarial», manifiesta Garijo, y Castells se refiere a «ámbitos concretos, como oficios, maquinaria o mantenimiento, donde tu opinión se ve cuestionada por ser mujer». Martínez no ha percibido aún discriminación en el Gil-Albert, pero de su etapa como periodista recuerda «haber cogido el teléfono y preguntarme si era la secretaria de mi compañero». Padilla tampoco se ha sentido personalmente minusvalorada, pero «aún hay mucho que avanzar y mejorar para lograr una sociedad preparada e igualitaria y somos las mujeres las que debemos liderar esa transformación».