No hay ninguna duda de que Ronald Koeman está en el corredor de la muerte azulgrana. No se producirá la ejecución antes del partido contra el Atlético, ni tampoco el día después. Pero en la cabeza de Joan Laporta, Koeman está más que finiquitado. No le quedan más oportunidades de redención y lo expone sin disimulo. El presidente azulgrana ha roto cualquier atisbo de fe en el técnico neerlandés. La alineación ante el Benfica y la consiguiente debacle culminaron el proceso de la conocida desafección. Laporta busca ahora un entrenador "moderno". 

Laporta airea que ya no hay recorrido posible junto a Koeman. Ha tirado la toalla. Lo ve un tozudo, que va a la suya, una pared ante las consignas sobre el modelo a seguir, así que durará lo que tarde en cerrar el acuerdo con el sustituto de su gusto. Lo del finiquito, los 12 millones que habrá que pagarle según el contrato, vendrá después. Un pago que, a diferencia del verano, el club puede afrontar gracias al préstamo de Goldman Sachs.

Reunión de madrugada

Laporta se desesperó al conocer la alineación de Lisboa. "Se me cayeron los huevos al suelo", se le oyó decir gráficamente. Al aterrizar en Barcelona se reunió durante casi una hora, hasta pasadas las cuatro de la madrugada, con su núcleo duro en la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí, esto es, Rafael Yuste, Mateu Alemany y Enric Masip. Una reunión que solo sirvió para constatar que la exasperación con el mito de Wembley se ha tornado en indignación.

Los ejecutivos del área deportiva del Barça han empezado a dialogar con varios candidatos, pero es una obviedad que la decisión final dependerá de Laporta, quien realizará la llamada definitiva. De momento, personalmente no ha hablado con nadie, quizá porque no tiene claro aún quién es el sustituto idóneo. Sabe que se trata de una decisión en la que no se puede equivocar, el primer entrenador seleccionado por su dedo en su nuevo mandato. Le toca ganar tiempo y resistir ante la presión de los que desean sangre sin más dilación. Hay factores que retrasan el relevo: el compromiso contractual en su trabajo actual del elegido sería uno de ellos. 

Sucede con Robert Martínez, seleccionador de Bélgica y persona muy próxima a Jordi Cruyff. Hasta que no concluya la Liga de Naciones, el 10 de octubre, está atado de pies y manos. Vendría con Thierry Henry de asistente, vínculo con el guardiolismo. Marcelo Gallardo, preparador del River Plate, tiene contrato en vigor. No es el caso de Andrea Pirlo, extécnico de la Juventus y ahora en el paro. Son entrenadores accesibles que dice el presidente que le gustan. Todos encajan en el marco económico de lo que puede pagar el club. ¿Y Xavi? Laporta aún tuerce el morro ante la opción del excapitán. Sigue aireando que le falta experiencia y calla que le desagrada importar el modelo de Víctor Font. Así que muestra desdén hacia la baza más popular.

Más dedicación

El mandatario dice buscar un entrenador "moderno" -esa es la palabra que utiliza-, justo lo que no es Koeman a su juicio. Un entrenador que intensifique los entrenamientos, con una metodología que comprometa a los jugadores más allá de las dos horas diarias, no alérgico al uso de la tecnología y que cumpla un ciclo de tres o cuatro años. Lo del modelo ofensivo, cabe darlo descontado. En este propósito de elevar la dedicación, Laporta planea nombrar un director de alto rendimiento que actúe en la Ciutat Esportiva.

El presidente exploró con intensidad la vía alemana durante el verano. Thomas Tuchel, Jürgen Klopp, Julian Nagelsmann y Ralf Rangnick fueron tanteados sin éxito. Así que ahora le toca variar el timón y no cabe descartar un conejo de la chistera que se aparte de los nombres filtrados. A Laporta le agrada sorprender, ir contracorriente, y tras perder a Messi, necesita ávidamente un acierto deportivo.