El marco incomparable del Palacio de Altamira y el entorno de palmeras sirvió anoche de escenario para uno de los actos más vistosos y con mayor espectacularidad de los Moros y Cristianos de Elche. Con la participación de unos 200 festeros, que representaron fielmente sus papeles, la zona de Traspalacio acogió las embajadas de las fiestas, que fueron seguidas por un numeroso público, ávido de actos festivos tras dos años sin celebrarse por la pandemia. 

Un espectáculo que también contó con efectos visuales y humo. TONY SEVILLA

La representación no defraudó. A pesar de la «noche tropical» por el calor, los festeros, que hacen de actores por un día, lo dieron todo para representar históricamente uno de los episodios más importantes de nuestra historia. Integrantes de todas las comparsas que forman parte de la asociación se implicaron para actuar como parte de las tropas, los luchadores y el pueblo ilicitano en uno de los actos que forman la trilogía festera, junto al Alardo, que fue por la mañana, y las Entradas. La extraordinaria recreación permitió que todos los presentes hicieran un viaje en el tiempo hasta la época del rey Jaume I, en la que los dos bandos implicados pugnaban por el poder en el territorio ilicitano. 

La representación arrancó a las 22 horas con un espectáculo que simuló el conflicto entre moros y cristianos en el siglo XIII, y donde acabó reinando el diálogo y el entendimiento, por el bien de todos los pueblos. Con la recreación de un poblado cristiano, con su mercado y su taberna, se inició la primera parte de la embajada, la Mora. El embajador moro solicitó al centinela, mientras iban llegando sus tropas, la presencia del alcaide, que salió del castillo acompañado por el embajador cristiano. Tras un parlamento en el que los moros exigían a los cristianos recuperar el control del castillo la tensión se elevó, lo que llevó al embajador cristiano a romper el documento que plasmaba las peticiones de los moros. Así arrancó la batalla que acabó con la muerte del embajador cristiano, a manos de los soldados moros, y la toma del castillo por parte de las tropas de la media luna, que se hicieron con el control de Elche. 

La lucha entre los dos bandos fue muy realista, y no faltaron las llamas de fuego y el humo que salían del castillo, y otros efectos visuales en los instantes en los que la batalla se recrudecía, poniendo la música mayor tensión a esos momentos. 

El realismo de la representación y los espectaculares trajes recibieron la ovación del numeroso público

Tras el descanso, llegó el momento de la segunda parte de la representación, la Embajada Cristiana, en la que se recreó la Reconquista, que devolvió a Elche a la Corona de Aragón. En ella moros y cristianos dialogaron y acordaron la conveniencia de que la villa se sometiese al control del rey cristiano, como acabó sucediendo. En esta parte de la representación fueron protagonistas los diálogos, con papeles muy bien aprendidos por los festeros, tras horas de ensayo. 

Fue entonces cuando llegó uno de los momentos estelares de este espectáculo que, a la vez, es una fidedigna representación histórica: la llegada del rey Jaume I. Este tomó posesión de la ciudad tras firmar las capitulaciones que pusieron fin a la etapa del califato árabe con su rendición ante las tropas de la cruz. Finalmente, los cristianos consiguieron su objetivo y el bando moro cedió el control al rey Jaume I, que entregó las llaves de la ciudad al bando de la cruz. La Señera volvió a ocupar su lugar de privilegio en el castillo.

La espectacularidad de los trajes y el gran papel de los festeros hicieron posible una gran noche para recordar en la que Elche retrocedió a la época medieval. El público recompensó a los «actores» con una gran ovación. Y todo ello a la espera de que hoy se produzca la Entrada Cristiana. 

 El papel del Rey Jaume I fue representado por el festero Emilio Domenech. Como embajador moro intervino Salvador Castaño, mientras que el embajador cristiano fue Juanjo Álvarez.