Según la legislación vigente, todos los animales abandonados que viven en una ciudad son responsabilidad del ayuntamiento. Por eso, cada municipio se encarga directa o indirectamente de la recogida de los mismos. Sin embargo, últimamente está generando un gran conflicto el tema de los gatos callejeros que viven en colonias.

La política que actualmente se está siguiendo en la mayoría de ayuntamientos es intentar evitar su recogida siempre que sea posible y, mediante la esterilización, gestionar dichas colonias en cuanto al número de individuos que conforman cada una. Para ello se ponen en marcha los famosos programas denominados CES, que incluyen la captura, esterilización y posterior devolución a la calle de dichos gatos.

No obstante, para que éstos sean efectivos es importante que se esterilice al menos a todas las hembras que conforman dicha colonia y que, además, se controle el abandono de animales en las mismas. Es evidente que mientras España arroje un número de animales abandonados como el que presenta, conseguir un control efectivo de ese tipo es muy complicado.

A todo lo anterior, últimamente se han sumado gran cantidad de mensajes de alerta provenientes de la comunidad científica. Todos ellos coinciden e inciden en que la presencia numerosa de gatos en la calle está alterando y disminuyendo la población de la fauna silvestre, principalmente, la de aves.

Este tema también puede ser preocupante, porque aunque la naturaleza es sabia y sabe equilibrar perfectamente las distintas circunstancias que pueden afectar a la supervivencia de cualquier especie, en realidad, todo puede romperse cuando, de una forma o de otra, interviene el ser humano.

Por eso, y aunque encontrar una solución que contente a todos no es fácil, debemos intentar lograrlo. Se trata de alcanzar, al menos, unos acuerdos mínimos, que no vayan contra nadie sino a favor de todos, y, que, por supuesto, aseguren su bienestar. Es lo mínimo que se merecen porque si no se consigue, al final y como siempre, lo pagarán los pobres animales.