Y si no es ahora, ¿cuándo?

En defensa de los jóvenes

Quien no comprende a los jóvenes y piensa que los jóvenes de hoy son una calamidad lo único que refleja es que es viejo.

Encuentro de Erasmus de toda España en València

Encuentro de Erasmus de toda España en València / Miguel Angel Montesinos

En las últimas semanas, se ha hecho viral en las redes sociales, y ha tenido un abundante eco en los medios de comunicación, la carta de un profesor universitario que, con el sugestivo y provocador título «Ahora me dedico a engañar más que a enseñar», sostiene que, en los veinticinco años transcurridos desde que comenzó su actividad docente, el umbral de exigencia de los estudios universitarios ha descendido notablemente; y realiza una crítica generalizada a los estudiantes, que en su opinión tienen un nivel muy bajo (llega a afirmar que desde hace años no recomienda ningún alumno para ninguna empresa), y carecen de interés y motivación, así como de las cualidades básicas para cualquier empleo.

Carta

Muy probablemente este artículo no va a ser tan viral como la carta a la que me refiero. Lo asumo con resignación. Pero no me resisto a expresar mi opinión, que difiere notablemente de la expresada por el autor de la carta. Y no lo hago con el ánimo de entrar en polémica, sino de plantear algunas reflexiones creo que más optimistas y esperanzadas que las que se traslucen en ese tipo de diagnósticos negativos que a veces escuchamos.

A los profesores que piensan que sus alumnos no sirven o no tienen interés les pediría que se planteasen, por ejemplo, las siguientes preguntas: ¿Estoy haciendo lo posible por motivarles? ¿Me esfuerzo porque mis clases sean atractivas y amenas?

En este sentido, quisiera poner de relieve en primer lugar que la crítica de los mayores a los jóvenes ha sido una constante en todas las sociedades. «Ahora los chicos tienen malas maneras, desprecian a la autoridad y no respetan a los mayores». ¿Estarían ustedes de acuerdo con esta apreciación? Pues la frase es de Sócrates, que la dijo hace ya veinticinco siglos. Yo pienso que los jóvenes de hoy no son esencialmente distintos a los de cualquier otra época histórica. Simplemente, son jóvenes, y tienen las características propias de su edad. Y quien no comprende a los jóvenes y piensa que los jóvenes de hoy son una calamidad lo único que refleja es que es viejo.

Directivos

He tenido la suerte de estar a lo largo de toda mi vida en contacto con jóvenes. Soy profesor universitario desde hace no 25, sino casi 35 años. Y en la actualidad formo parte de una entidad de voluntariado, Conciénciate, en la que el 95% de los directivos, coordinadores y voluntarios son jóvenes de entre 16 y 25 años. Y pienso que los jóvenes son, repito, simplemente jóvenes. Muy parecidos a los jóvenes de mi generación. Y en algunos aspectos decididamente mejores. Estoy convencido, por ejemplo, de que la existencia de Conciénciate y el trabajo que desarrolla constituyen una demostración fehaciente de que los jóvenes de hoy tienen un compromiso social y solidario que en los jóvenes de mi generación estaba ausente por completo.

Una actividad de Conciénciate, en el Centro de Congresos de Elche

Una actividad de Conciénciate, en el Centro de Congresos de Elche / AXEL ALVAREZ

Pero voy a decir algo más. Pienso que no es cierto que los jóvenes que hoy llegan a las aulas universitarias estén menos preparados que los de hace 35 años. Sé qué hay colegas míos que sostienen lo contrario, pero yo desde luego no he tenido esa experiencia. ¿Que muchos estudiantes no escriben bien? Tampoco entonces. Les aseguro que, cuando comencé a ser profesor universitario hace 35 años, tenía que corregir garrafales faltas de ortografía en los exámenes. ¿Que faltan a clase? Como hemos hecho siempre. En mi primer curso como alumno universitario, en algunas asignaturas la asistencia a clase era inferior al 5% de los matriculados; de hecho, uno de los profesores siempre manifestaba su alegría los días que había examen, porque tenía la oportunidad de conocer a estudiantes a los que no había visto nunca. En este aspecto estoy convencido de que hemos mejorado, hoy la asistencia media a clase es superior a la que se registraba cuando yo hice la carrera. Y, desde luego, hay campos en los que la preparación de nuestros jóvenes es muy superior a la que tenían hace 40 años. Por ejemplo, el nivel medio de conocimiento de lenguas extranjeras, sin llegar a ser el ideal, es sin duda notablemente más alto que en mi generación, en la que los estudiantes que sabían hablar inglés se contaban con los dedos de una mano. 

Estoy convencido de que la existencia de Conciénciate y el trabajo que desarrolla constituyen una demostración fehaciente de que los jóvenes de hoy tienen un compromiso social y solidario que en los jóvenes de mi generación estaba ausente por completo.

Código Civil

Y tampoco pienso que se haya bajado el nivel de exigencia y que los jóvenes salgan hoy menos preparados de las aulas universitarias. Posiblemente no se les exige, por ejemplo en el grado que yo imparto (Derecho), un nivel tan alto de conocimientos memorísticos, lo cual me parece positivo, pues era completamente absurdo que hubiese que estudiar de memoria los artículos del Código Civil... En cambio, hoy las asignaturas tienen en general una dimensión más práctica, y en el caso de Derecho permiten que los estudiantes tengan una mayor familiaridad con las sentencias judiciales y con la vida jurídica real. ¿Están más preparados los estudiantes actuales para acceder al mundo del empleo? Desde luego menos no lo están, y yo sí que tengo la experiencia de haber recomendado alumnos míos a empresas, que se encuentran muy satisfechas con ellos y en las que están desarrollando una trayectoria muy prometedora.

Y tampoco pienso que se haya bajado el nivel de exigencia y que los jóvenes salgan hoy menos preparados de las aulas universitarias. Posiblemente no se les exige un nivel tan alto de conocimientos memorísticos,

No carguemos las tintas

Indudablemente, con todo ello no quiero decir que nuestro sistema educativo sea óptimo. Hay que seguir mejorando hasta lograr los niveles de calidad que precisamos para que nuestros jóvenes puedan competir en una sociedad global. Es preciso seguir invirtiendo en la mejora de las infraestructuras educativas, y hemos de continuar trabajando para mejorar la formación del profesorado. Pero no carguemos las tintas, y, sobre todo, no echemos la culpa a los jóvenes. A los profesores que piensan que sus alumnos no sirven o no tienen interés les pediría que se planteasen, por ejemplo, las siguientes preguntas: ¿Estoy haciendo lo posible por motivarles? ¿Me esfuerzo porque mis clases sean atractivas y amenas?

Talleres en un instituto de la provincia

Talleres en un instituto de la provincia / David Revenga

En fin, los jóvenes son jóvenes. Tienen las características y los comportamientos que siempre hemos tenido los jóvenes, y tienen mucho que enseñarnos a quienes somos menos jóvenes. Y haríamos bien -especialmente desde las instituciones públicas, en particular desde los ayuntamientos, que son las instituciones más cercanas a los ciudadanos- en escucharlos más y en tener más en cuenta sus demandas y sus necesidades.