El indignado burgués

¿Unidad empresarial? Buen chiste

Javier Mondéjar

Javier Mondéjar

Es complicado pedir continencia en un festín de caníbales, tanto casi como pedir unidad en las instituciones empresariales de Alicante. Son tantas ya que no hay cama para tanta gente y disputarse un espacio escaso está muy reñido con la unidad de objetivos.

Lo curioso del caso es que todos los empresarios que quieren o tienen la obligación de figurar están en todas partes, aunque en privado te comentan que están hasta los mismos de poner huevos en todas las cestas. Es una risa ver cuando se celebran las galas anuales de premios, que ahora todas lo hacen, cómo en quince días se agolpan los mismos para homenajear a los mismos en discursos calcados y con los mismos políticos repitiendo los mismos argumentos. Las fotos de familia, los photocall y hasta los escenarios, cambiando las siglas, podrían pasarse de unos a otros y así ahorraban. Ya, es de lo más aburrido y predispone al bostezo irrefrenable.

Ante el aburrimiento y la proliferación de microorganismos los grandes decidieron hace años vacunarse, hacer la guerra por su cuenta y montaron AVE, donde el empresario de peso es más feliz que una perdiz porque sus eventos tienen repercusión de verdad y sus voces son convenientemente amplificadas. Es lo bueno de que estén los Boluda, los Roig (o los Utor o los Arias, por alicantinizar), que además de tener pasta para aburrir no tienen inconveniente en gastarla siempre que sea para una buena obra (en sentido teatral, que el medio es el mensaje, gracias McLuhan). ¿Sus planteamientos responden a las necesidades del empresario medio?, pues no, ni lo pretenden.

El colapso de COEPA provocó que Valencia arrasase con los restos del naufragio, de tal forma que el difícil encaje de Alicante en la Comunidad se extiende a las organizaciones empresariales. Quiero mucho al presidente de CEV Alicante, pero no es lo mismo ni parecido ser presidente del Santander que de la sucursal del banco en Cuatretondeta, salvando todas las distancias. Y eso, por mucha buena voluntad que se le ponga, funciona como funciona.

Y naturalmente, el espacio que se deja libre alguien lo ocupa y nace Uepal, una buena idea lastrada por los personalismos. Su nuevo presidente, una persona muy sensata y muy poco vociferante, anunciaba en su toma de posesión la búsqueda de la unidad y la necesidad de que la provincia tenga voz propia. Amén, aunque ya me dirán cómo se come eso, cuando en las mesas de negociaciones hay tiros y los partidos políticos pretenden no sólo llevarse al redil a cualquier organización empresarial sino utilizar sin ningún pudor a los suyos contra el contrario.

Menos mal que está la Cámara, una institución oficial por encima de sospechas que puede hacer de mediadora en cualquier conflicto… Pues va a ser que no, porque de la Cámara no se fía nadie, ya que su nuevo mandamás ha demostrado que es poco fiable, proclive a las pataletas y con vocación de poner a una institución centenaria al servicio de unas siglas políticas, lo que, por cierto, puede funcionar (o no) si ganan o ser un desastre si pierden.

Y ya luego hay toda una pléyade de otras asociaciones, entidades y grupos, cada cual con sus intereses y en busca de ampliar fronteras, lo mismo que Alemania entre la I y la II Guerra Mundial y ya saben que aquella filosofía finalizó con la invasión de Polonia. Círculo, JOVEMPA, AEFA, INECA, CEDELCO, Terciario y alguna más que seguramente se me olvida, se disputan empresarios, nichos de mercado y argumentos, tres bienes escasos. Al final son bienes compartidos y por tanto fragmentarios y pequeños, sin potencia de fuego real. ¿Unidad?, ¿bajo el mando de quién, si cada organización tiene a sus propios presidentes y sus propias estructuras? Sería un quítate tú para que me ponga yo y eso no cuela.

Tenemos un problema, Houston, que se va agudizando por momentos. Ya les digo yo que el empresario sensato está muy cerca de desentenderse y, si no lo hace, es porque realmente le da igual y no confía realmente más que en sus propias fuerzas y en la calidad de sus productos, sabe que no le van a sacar las castañas del fuego y duda mucho del interés desinteresado de algunos que teóricamente les representan.

Si cuando había dos en la mesa era difícil entenderse, con tantos comensales pasa lo mismo que a los camareros cuando uno pide un café solo, otro un cortado descafeinado, el de más allá uno con leche de avena y el resto brebajes diferentes que parten de un ingrediente común. Café para todos, es lo que se les sirve.