Esperando a Godot

Fichajes y descartes

Ambos se juegan mucho. Para González ganar sería emular a Maciá, perder sería equipararse con Alejandro Soler, que ya no sería el único socialista en perder unas elecciones en Elche. Para Pablo Ruz la apuesta es un todo o nada.

El alcalde se dirige a Ruz durante una intervención de este en el pleno

El alcalde se dirige a Ruz durante una intervención de este en el pleno / Tony Sevilla

Daniel McEvoy

Daniel McEvoy

Estoy seguro de que, aunque no lo hayan practicado nunca, todos han oído hablar del póker. Esta modalidad de juego de cartas es de hecho una de las más conocidas en todo el mundo, aunque su popularidad alcanza sus máximas cotas en los Estados Unidos. En ese país, que es donde se originó, se juega en casas particulares, en clubs de póker, en casinos y últimamente en Internet, donde goza de numerosos adeptos. La influencia del póker es tan grande en la cultura norteamericana que su particular jerga ha permeado en numerosas expresiones coloquiales que se utilizan a diario, algo similar a lo que ocurre en español cuando empleamos giros como “lanzar un órdago”; un órdago es una jugada de mus en la que se apuestan de una sola vez todos los tantos que faltan para ganar el juego, pero que en lenguaje coloquial significa “aceptar un desafío arriesgándolo todo”.

 Volviendo al póker, que por desgracia ya es más conocido en España que nuestro mus, existen innumerables variantes del juego, aunque todas comparten determinadas características esenciales. Una mano de póker consta de cinco naipes; su valor es inversamente proporcional a la probabilidad matemática de que se produzca una combinación de cartas dada, es decir, cuanto menos probable de obtener es una mano, mayor es su puntuación (escalera de color, escalera, póker, full, trío…). Los jugadores apuestan una cantidad de dinero, que normalmente tiene un límite, a que su mano es la mejor y los demás deben “ver” (igualar la apuesta), “subir” (incrementarla) o “no ir” (abandonar la mano). Lo más interesante es que alguno de los jugadores puede “marcarse un farol” apostando como si de verdad tuviera una buena mano, confiando que los demás se rajen y no vean la apuesta.

Cinco cartas

 Hoy en día de entre todas las variantes que existen del juego del póker la más popular es la conocida como “Texas hold’em”. En esta modalidad los jugadores comparten cinco cartas que se reparten boca arriba y a cada uno de ellos se le dan otras dos boca abajo. Cada vez que se muestra una de las cartas se hace una apuesta y otra final en la que los jugadores que aún no han abandonado tienen que conformar su baza entre los naipes que hay sobre la mesa y los dos que ellos tienen.

 En cualquier caso, tanto en el póker como en muchos otros juegos de cartas existen dos variables que condicionan el resultado final de las partidas. El primero, qué duda cabe, es el azar. Una buena mano hace ganar hasta al más torpe de los jugadores. Pero existe otra circunstancia que también influye sobremanera en el resultado final de las partidas y éste no es otro que la habilidad de cada uno para jugar sus cartas.

Cuando gobernó en coalición

 En política ocurre algo parecido. En Elche, sin ir más lejos, desde la reinstauración de la democracia siempre ha gobernado el PSOE, salvo en el breve período 2011-2015. Aplicando el símil de los juegos de naipes, esto ha sido así la mayor parte de las veces porque los socialistas siempre han obtenido buenas manos, aunque es justo reconocer que Diego Maciá también supo jugar sus cartas cuando gobernó en coalición con Izquierda Unida sin haber ganado las elecciones y después fagocitó a la formación comunista.

El último pleno del Ayuntamiento de Elche, capitalizado por el PP con el tema del trasvase

El último pleno del Ayuntamiento de Elche, capitalizado por el PP con el tema del trasvase / TONY SEVILLA

 Del mismo modo, la victoria electoral de Mercedes Alonso en 2011 fue fruto del azar, puesto que los electores estaban tan hartos de la gestión del PSOE a nivel nacional como lo están ahora, pero también hubo un componente de habilidad; los resultados (49.626 votos, 14 concejales y la mayoría absoluta en el consistorio así lo atestiguan). Si Alonso, primera mujer y primera persona del Partido Popular en hacerse con la alcaldía de Elche hubiera gestionado de otra forma su potencial, ahora podría seguir siendo alcaldesa o lo que se hubiera propuesto en política.

Encuestas fiables

 Los tres meses que restan para las próximas elecciones locales se presentan apasionantes. A los que nos gusta la política ya hemos encargado las palomitas para la tarde noche del 28 de mayo. Ahora mismo, a falta de encuestas fiables, la intuición parece señalar una situación de empate entre las posibilidades de que Carlos González se alce con su tercer mandato consecutivo, como Diego Maciá, o por el contrario, que sea Pablo Ruz el que emule la gesta de su otrora mentora, Mercedes Alonso y le dé la victoria al PP sobre los socialistas.

A los que nos gusta la política ya hemos encargado las palomitas para la tarde noche del 28 de mayo.

 Ambos se juegan mucho. Para González ganar sería emular a Maciá, perder sería equipararse con Alejandro Soler, que ya no sería el único socialista en perder unas elecciones en Elche. Para Pablo Ruz la apuesta es un todo o nada. Como en el “Texas hold’em” las cartas, en forma de personas que van a configurar las listas respectivas, empiezan a ponerse boca arriba sobre la mesa. La cuestión es saber cuáles son las que cada uno oculta en sus manos y también los descartes que se van a producir y cómo se lo tomarán los afectados.