En pocas palabras

Demasiados humos

Tren de Cercanías llegando a Elche

Tren de Cercanías llegando a Elche / AXEL ALVAREZ

Antonio Sempere

Antonio Sempere

Las emisiones de los vehículos contaminantes tienen los días contados. Europa es exigente. En este contexto, resulta paradójico ver cómo emergen a la superficie los respiraderos por los que afloran los gases de todos los trenes Diésel que circulan atravesando la ciudad de Elche a lo largo de los cuatro kilómetros de la avenida de la Libertad, en paralelo por donde desde 1977 discurre el ferrocarril soterrado.

Esos efluvios que los usuarios soportamos estoicamente en los túneles de Elx Parc y Elx Carrús, aguantando los retrasos de los trenes en un ambiente nada recomendable. No me digan que no resulta contradictorio que una empresa pública como es la ferroviaria incumpla las recomendaciones que la propia normativa europea aconseja.

Porque soy hombre de poca fe, no me creo la cantinela que expresó, antes de dimitir, Isabel Pardo de Vera, secretaria de Estado de Transporte, cuando afirmó que la línea entre San Gabriel y Elche se iba a electrificar de modo provisional mientras se ejecutaban las obras para eliminar las vías de la costa.

Pasarán los años, y los humos continuarán saliendo por los respiraderos de la avenida de la Libertad (ahora bautizada con varios nombres) y los obsoletos automotores Diésel continuarán dando servicio hasta que revienten.

Alicante y Elche suman 600.000 habitantes, más que toda Cantabria, y un tercio de la asturiana. Contrasta ver cómo se quejan ambas comunidades autónomas en los medios nacionales de sus servicios de Cercanías, mientras el resto del país no tiene ni la menor idea del estado deplorable en el que se encuentran los nuestros. Lo que nos hace pensar que así seguiremos durante mucho tiempo. Porque quien no llora no mama; y en este rincón aguantamos lo que nos echen.