Notas al programa

Pinchas Zukerman interpreta el concierto de violín de Beethoven

El solista israelí dirige también la Sinfonía de Varsovia en una Chacona de Penderecki y la Quinta Sinfonía de Schubert

Zukerman, durante un concierto.

Zukerman, durante un concierto. / INFORMACIÓN

José María Perea

José María Perea

SINFONÍA DE VARSOVIA. Pinchas Zukerkman, violín y director

Alicante, ADDA, 27 abril 2023 A las 20 horas.

Krzysztof Penderecki

(Debica, 1933- Cracovia, 2020)

Chacona para orquesta de cuerda

El compositor polaco Krzysztof Penderecki tuvo una estrecha relación con la ciudad de Alicante ya que formó parte en varias ediciones del prestigioso premio de composición que llevaba el nombre de nuestro Oscar Esplá. De aquel premio internacional, desgraciadamente abandonado por las autoridades municipales, formaron parte compositores de la categoría de el francés Olivier Messiaen, el italiano Gofredo Petrassi y el catalán Xavier Montsalvatge. Penderecki intervino en 1990 en los actos del V Centenario del título de ciudad a Alicante, dirigiendo en la plaza de toros un concierto sinfónico y el Requiem de Verdi en la concatedral de San Nicolás. Profesor en el Conservatorio de Cracovia desde 1959, Penderecki coincidió en la ciudad polaca con el entonces arzobispo Karol Wojtyla a quien está dedicada la obra que hoy escucharemos, compuesta en 2005, tras el fallecimiento del Papa Juan Pablo I, e incorporada después a su Requiem Polaco como interludio instrumental. Las obras religiosas de Penderecki, algunas para grandes formaciones orquestales y varios coros, figuran entre las más apreciadas de sus composiciones, como su Stabat Mater, La Pasión según San Juan, Ultrenja, un Tedeum o su impresionante Las siete puertas de Jerusalen.  

Franz Schubert

(Viena, 1797-1828)

Sinfonía número 5 en si bemol mayor (D.485)

El 10 de octubre de 2018, con la Orquesta de Cadaqués bajo la dirección de Vladimir Ashkenazy, ya tuvimos ocasión de escuchar en el ADDA esta obra de Schubert. El compositor vienés, que creó sus primeras obras a los doce años de edad, tuvo que dejar la música para ser asistente de su padre, maestro en una escuela infantil. La orquesta de la escuela ejecutaba todos los días oberturas y pequeñas sinfonías, por lo que Schubert abordó el terreno sinfónico en 1812 como segundo y primer violín. Se piensa que compuso entre trece y quince sinfonías aunque hasta nosotros han llegado diez, compuestas todas ellas entre 1813, con apenas quince años, y la última, e incompleta, el año de su muerte, 1828, cuando contaba treinta y un años de edad. La Quinta, que hoy escucharemos, fue finalizada en 1816 pero su primera audición pública no tendría lugar en Viena hasta el 17 de octubre de 1841, bajo la dirección de Michaël Leitermeyer. Es su penúltima obra de juventud, con efectivos orquestales muy modestos (sin trompetas, ni clarinetes ni timbales), aunque con una contención clásica en la expresión y riqueza melódica que lo aproximan al estilo de su admirado Mozart. El primer movimiento muestra la maestría a la que había llegado Schubert en el equilibrio de la instrumentación y el hábil juego del contrapunto. El segundo movimiento, con un tema inicial expuesto en aire pastoral, está teñido de melancolía. El tercer movimiento, un Minuetto cargado de emoción, es una evocación de la Sinfonía número 40 ( K.550) de Mozart, por la que Schubert sentía una rendida devoción. El último movimiento, inflamado de alegría, es la expresión de cómo el joven Schubert hacía recuento de sus conocimientos antes de lanzarse a nuevos horizontes, que culminarían en su Sinfonía número 9, en do mayor, ‘La Grande’ (D.944), que constituye uno de los momentos de la música sinfónica del siglo XIX, como expresó Mendelssohn al estrenarla en 1839 en Leipzig, once años después del fallecimiento de Schubert.  

Ludwig van Beethoven

(Bonn, 1770- Viena, 1827)

Concierto para violín y orquesta en re mayor (opus 61)

La obra de Beethoven, cuya vida transcurre en el último tercio del siglo XVIII y el primero del XIX, trasciende el clasicismo y lleva en su seno todo el romanticismo, de ahí que se suele dividir su obra en tres grandes períodos: hasta alrededor de 1800, un estilo haydiano aunque lleno de audacias en las formas y en la orquestación; de 1800 a 1814, un pensamiento orquestal innovador que ya no se conforma con las audacias formales (desde la Sinfonía número 2 hasta la Octava y los conciertos para piano del 3 al 5); después de 1814, cuando estallan todos los moldes precedentes hasta alcanzar una espiritualización de la forma que tan bien representa su Novena sinfonía, la Coral. El Concierto para violín y orquesta en re mayor, el único escrito por Beethoven para este instrumento, se inscribe en el segundo período antes citado pues es contemporáneo de la Cuarta sinfonía, así como de los cuartetos Razumowski. Fue escrito para el virtuoso Franz Clement, que lo estrenó el 23 de diciembre de 1806 en el Theater an der Wien con éxito entre el público pero no entre la crítica, que lo calificó de «Falta de coherencia… aglomeración espesa y deshilvanada de ideas». La obra, compuesta el mismo año 1806, tras el fracaso de su ópera Fidelio y coincidiendo con su compromiso secreto con Teresa von Brunswick, fue considerada durante mucho tiempo intocable, por lo que su celebridad actual se fue gestando progresivamente, especialmente cuando los grandes solistas del violín, como quien hoy lo interpretará, el israelí Pinchas Zukerkman, lo fueron imponiendo en el repertorio de todos los auditorios y orquestas del mundo. El musicólogo francés tantas veces citado, François-René Tranchefort, escribió que la característica común de los tres movimientos de este concierto es «la importancia que en ellos tiene la orquesta, cuya densidad, sin embargo, raramente se opone al solista. Por el contrario, éste explícita el discurso orquestal y parece reforzar su expresión, que subordina siempre a sus dotes de virtuoso. Nunca había conocido este instrumento tanta gloria en su papel concertante».