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Opinión | Opinions des d'Elx

El PP y Vox gobernarán Elx

La vuelta al modelo de familia decimonónico en la que el hombre lo es todo y la mujer algo que está allí es fascistoide.

Es de saludar que, en su discurso de investidura, Pablo Ruz pronunciara parte en valenciano ante la situación creada. Es un buen síntoma.

Ruz y Rodil, junto a sus concejales, el sábado camino de la basílica de Santa María tras concluir el pleno de investidura

Ruz y Rodil, junto a sus concejales, el sábado camino de la basílica de Santa María tras concluir el pleno de investidura / Matías Segarra

El Ayuntamiento de Elx se constituyó el sábado pasado. Los 11 votos del PP, unidos a los 3 de Vox, permitieron que Pablo Ruz fuera elegido alcalde al alcanzar la mayoría absoluta, iniciándose, así, una nueva legislatura municipal, la segunda desde 1979 en la que la derecha ostenta la Alcaldía.

Al contrario que en 2011, ahora el PP no puede gobernar sólo ya que no tiene mayoría absoluta. Ha necesitado a Vox y dependerá de sus votos toda la legislatura. No será fácil, a pesar de la aparente buena sintonía personal entre Ruz y Rodil, alcaldable de Vox. El partido de ultraderecha es una formación muy jerarquizada y, por tanto, muy dependiente de la dirección de Madrid y habrá que ver cómo digieren allí el inmenso poder que han obtenido, y el aún más inmenso que han permitido que alcance el PP en toda España.

Aunque en Elx el PP municipal nunca ha necesita a nadie para sus crisis internas. Es todo un clásico. Incluso estando en la oposición han acabado peleados entre ellos, que ya tiene mérito. Y en su única experiencia de gobierno (2011-2015), que Pablo Ruz conoce bien, las desavenencias y conflictos internos fueron una constante, hasta desembocar en una lista alternativa en las siguientes elecciones que contribuyó a la derrota del PP.

Rodil y Ruz, el sábado pasado en la basílica de Santa María en una ofrenda a la patrona

Rodil y Ruz, el sábado pasado en la basílica de Santa María en una ofrenda a la patrona / MATIAS SEGARRA

Como de todo se aprende y vista la escasa duración de aquel mandato, es de suponer que el estilo de gobernar será otro. El acto del sábado ya mostró algunas situaciones públicas preocupantes en cuanto a intolerancia hacia el oponente. Los gritos y descalificaciones hacia algunas intervenciones, especialmente al utilizarse el valenciano, son muy preocupantes. Ya se sabe que quién siembra vientos recoge tempestades, que tal vez sea el objetivo. Si al uso de la mayor seña de identidad valenciana se le responde así, que el futuro nos coja confesados. Máxime ahora que parece que se quiere implantar una especie de nueva «evangelización», obviando la laicidad del Estado y de la sociedad española constitucionalmente amparadas.

En su única experiencia de gobierno (2011-2015), que Pablo Ruz conoce bien, las desavenencias y conflictos internos fueron una constante, hasta desembocar en una lista alternativa en las siguientes elecciones que contribuyó a la derrota del PP.

Es de saludar que, en su discurso de investidura, Pablo Ruz pronunciara parte en valenciano ante la situación creada. Es un buen síntoma. También lo está siendo alguna de sus primeras actuaciones en cuanto a reuniones con colectivos sociales. Ya se sabe que lo de prometer es lo fácil. Por aquí han pasado verdaderos fenómenos en la materia. Habrá que ver cómo se concreta todo a la hora de su formalización práctica. Acercar más el Ayuntamiento a la ciudadanía es una tarea necesaria y siempre pendiente.

Pablo Ruz jura el cargo de alcalde en el pleno del pasado sábado en Elche

Pablo Ruz jura el cargo de alcalde en el pleno del pasado sábado en Elche / MATIAS SEGARRA

En cambio, hay algunas señales muy preocupantes. Los temas de Igualdad, en especial el feminismo, LGTBI, inmigración, etc. parecen bastante amenazados. La lona que ha puesto Vox en Madrid arrojando estos y otros temas a la papelera es repugnante. El odio que hacia estos colectivos y otros muchos siente la ultraderecha divide y crispa a la sociedad. Y la pasividad, cuando no la complacencia con la que el PP lo asume, plantea serias dudas sobre el futuro de la convivencia entre españoles.

El bochornoso espectáculo que ha protagonizado Carlos Mazón, a diferencia de otros barones del PP, en sus negociaciones con Vox para alcanzar la Generalitat es peligroso. Su sumisión a los planteamientos ultraderechistas, con tal de que le voten es sorprendente, aunque ha servido para comprobar hasta dónde puede llegar el PP para ganar poder y, en todo caso, para que la sociedad española constate lo que nos puede pasar si el 23 de julio ambos partidos obtienen el gobierno de España

La vuelta al modelo de familia decimonónico en la que el hombre lo es todo y la mujer algo que está allí es fascistoide. Negar la violencia de género es una forma de violencia hacia las mujeres. No se pueden admitir medias tintas con estos temas. Y Mazón ha demostrado muy poca sensibilidad. Anteponer su cargo al respeto de las mujeres, porque así lo pide Vox, es muy machista.

Negar la violencia de género es una forma de violencia hacia las mujeres. No se pueden admitir medias tintas con estos temas.

Y ya se sabe que lo que mal empieza, peor puede acabar.

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