Sorpresas y lentitudes

Luis Barcala, en una imagen de archivo.

Luis Barcala, en una imagen de archivo. / Jose Navarro

Emilio Pérez Díaz

Emilio Pérez Díaz

Parece ser que han causado sorpresa en alguna parte de la ciudadanía, incluidos periodistas, las palabras pronunciadas por el alcalde de Alicante referidas a la construcción de la estación intermodal. Cuestionó una vez más su posible ubicación y añadió que es éste un asunto al que “hay que pegarle una buena pensada”. Como es natural no fijó el número de meses ni de años que estiman estarán sacudiendo esa “pensada”, no concretó tampoco los meses ó años que tardarán en dar con la solución pero sí especificó que se proponen escuchar a los especialistas. Esto nos consuela a todos quienes pagamos impuestos en ésta ciudad porque no sería de recibo que una cuestión que lleva discutiéndose ya más de 20 años y de capital importancia tanto urbanística como económica se llevara a cabo sin contar con la opinión autorizada de los “especialistas”. De pánico. La lentitud con la que se mueven los asuntos en Alicante viene de tan lejos en el tiempo y es de tal envergadura que probablemente le produciría sarpullido en la piel al Santo Job si viviera pero entiendo que a los alicantinos no debería sorprendernos un ápice tras el historial que arrastramos. ¿ O es necesario recordar a éstas alturas los 23 años de retraso del ferrocarril al aeropuerto, los cerca de 30 años del Palacio de Congresos, los otros 30 de la construcción de una nueva comandancia de la Guardia Civil, los casi 40 años que no circula un tren por esas olvidadas vías de la Avenida de Elche, los 12 años que dura la provisionalidad de la estación de autobuses en el puerto, los diez años recién cumplidos de la inauguración de la sede de Casa Mediterráneo sin cubrir vientos y siguiendo en el mismo estado, etc?

Según el diccionario de la RAE el verbo “sorprender” significa en su primera acepción “pillar desprevenido”. De acuerdo con ello y mi experiencia personal respecto a todo lo relatado anteriormente resulta evidente que no puedo sentirme sorprendido de las palabras de nuestro alcalde porque un servidor, de desprevención en éste asunto, nada de nada. La segunda acepción que nos ofrece el diccionario es “conmover, suspender ó maravillar con algo imprevisto, raro ó incomprensible”, y es en ésta definición en la que me siento mejor ubicado, porque ¿acaso no resultan algo conmovedoras y bastante raras e incomprensibles las palabras del Sr. Alcalde sobre la estación intermodal, tras los ríos de tinta que han corrido durante los últimos 20 años sobre éste particular?. Hay también una cuarta acepción que nos dice que en Perú “sorprender” denota engañar a alguien aprovechando su buena fe, pero mejor obviarla porque nosotros no estamos allí.

Sobre éstos mismos temas, sorpresas y lentitud, me vienen a la memoria dos cuestiones de menor calado pero que muestran a la perfección que nuestras autoridades, locales ó autonómicas, no están dispuestas a cambiar en su proceder ó manera de actuar. Este periódico nos informó hace bastantes meses que esa antigua nave ferroviaria adjunta a casa Mediterráneo ya había sido alquilada por el Ayuntamiento para colocar en ella una subsede del Museo Ferroviario y también que ese antiguo y vetusto edificio que fue de sanidad del puerto y ubicado junto a las oficinas del mismo y del Club de Regatas había sido también alquilado por la Generalitat para montar oficinas relacionadas con la Memoria Histórica. Incluso se informó que las llaves del mismo ya habían sido entregadas a la Consellera correspondiente. Del primero de ellos sólo sé que permanece abandonado y hundiéndose su tejado por uno de sus extremos y del segundo, que ni sabe ni contesta. Cabe la posibilidad que dentro de 10 ó 15 años aparezca un alcalde ó un President en rueda de prensa y nos diga, sin mover un músculo , que a los dos asuntos hay que pegarles una pensada y consultar a los especialistas. Y los ciudadanos nos sorprenderemos en la segunda acepción, salvo que la RAE haya incluido otra que diga más ó menos ¡Ya está bien de guasa y pitorreo!.