El ojo crítico

Los Grinch de la economía

Grinch

Grinch / Carlos Luján - Europa Press - Archivo

Fernando Ull Barbat

Fernando Ull Barbat

A pesar de los múltiples intentos de los tradicionales aguafiestas de la política española, deseosos de que la economía española entre en bancarrota, por conseguir que la sociedad española se vea influida por sus derroteros pensamientos, la cruda realidad de los datos económicos presentan el año que termina como uno de los mejores de la última década aunque las consecuencias de la pandemia todavía planeen sobre el ánimo de los consumidores y a pesar también de las restricciones económicas que ha traído la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La economía española continua dejando en evidencia, mes a mes, a todos los agoreros que desde los medios de comunicación cercanos a la derecha y a la extrema derecha, así como desde el Partido Popular y desde las instituciones europeas pobladas de políticos liberales, se empeñan, desde que Pedro Sánchez se convirtió en presidente del Gobierno por primera vez, en decir que España siempre está a un paso de la recesión siendo su única receta para evitar ese supuesto descalabro financiero, que nunca termina por llegar, la proliferación de medidas de recortes sociales casi como única solución posible al supuesto despilfarro que para los partidos políticos de derecha siempre suponen los gobiernos progresistas.

Sin embargo, la sociedad española y los datos económicos, como el PIB sin ir más lejos, se encuentran muy alejados de todos esos tristes pesimistas que desean de manera ferviente que España poco menos que entre en bancarrota. Nunca ha habido unas Navidades como las de este año. Bares, restaurantes, hoteles, aviones, trenes y apartamentos turísticos han tenido una ocupación más que excelente. Los centros de las ciudades se han llenado de riadas de españoles y de extranjeros dispuestos a disfrutar de la vida y de nuestro hermoso país mientras, imagino yo, los agoreros cascarrabias que desean que España regrese a los años 50 o a la crisis económica del 2008 daban cabezazos contra la pared en sus casas.

Recuerdo que en plena pandemia, Daniel Lacalle, economista de cabecera del entonces Partido Popular presidido por Pablo Casado, llegó a decir que España llegaría a un paro del 30% y a un cierre general de las pequeñas y medianas empresas. Chiringuitos educativos amparados en universidades privadas con rimbombantes denominaciones en inglés llevan años haciendo proselitismo del ultraliberalismo económico y advirtiendo en seminarios organizados en saloncitos de hoteles de 5 estrellas que la economía española estará en el abismo y en la catástrofe menos que cambie el actual Gobierno por uno de derechas. Vicente Boluda, conocido empresario naviero valenciano, afirmó hace unas semanas que el Gobierno debía someter a referéndum la futura ley de Amnistía sin importarle el protagonismo que en la aprobación de las leyes en España tienen las Cortes Generales. Es decir, si la democracia se empeña en no hacer lo que uno quiera se eliminan procesos democráticos hasta que los españoles afirmen lo correcto. El dueño de Mercadona, Juan Roig, ha afirmado que si en Portugal, país donde su cadena de supermercados se está expandiendo, se aprobase una ley de Amnistía dejaría en suspenso la expansión. Resulta curioso que los dos empresarios que más ricos se han hecho en España durante los gobiernos progresistas dirigidos por un socialista sean al mismo tiempo los más críticos con él. ¿Qué dirían de Sánchez si su cuenta de resultados hubiese sido negativa aunque solo hubiese sido en un ejercicio económico anual?

En los medios de comunicación se airean todos los días declaraciones pasadas del presidente Pedro Sánchez. Se escudriña su hemeroteca hasta la última frase dicha en cualquier entrevista para poder contrastarla con la actualidad. Pequeños cambios de opinión y de adaptación a las circunstancias que sobrevienen en la política y en la sociedad española son recibidos por la derecha mediática con grandes aspavientos. Sin embargo, las grandes equivocaciones respecto a predicciones económicas fallidas sobre la economía española de conocidos economistas, bancos e instituciones financieras de diversa índole, son olvidadas sin que sus autores deban rendir cuentas ni hacer una mínima explicación del motivo de que sus categóricos augurios nunca se cumplan. Ya sabemos que la finalidad de estas predicciones catastrofistas sobre la economía española es facilitar el regreso de un gobierno de derechas que pegue un hachazo a las medidas sociales y progresistas del actual gobierno de coalición pero incluso en el ámbito de la derecha mediática y política española las burdas y torpes mentiras deberían tener algún tipo de límite. No me refiero a las habituales charlotadas de la extrema derecha que ya no sabe qué inventar para tener unos minutos de televisión sino a los burdos y torpes intentos del Partido Popular para que no se hable de la marcha de la economía en España con un crecimiento del PIB que parece no tener fin y con récord de afiliados a la Seguridad Social. La próxima bajada de los tipos de interés, un nuevo récord de visitantes extranjeros en España y la confianza de los españoles en nuestro país volverá a dejar en ridículo a los amargados.