El indignado burgués

El futuro imperfecto de las organizaciones empresariales

EL FUTURO IMPERFECTO DE LAS ORGANIZACIONES EMPRESARIALES

EL FUTURO IMPERFECTO DE LAS ORGANIZACIONES EMPRESARIALES / JavierMondéjar

Javier Mondéjar

Javier Mondéjar

Los sueños para el nuevo año no empiezan y acaban en los políticos. En realidad, la política sería lo menos importante de cualquier ecuación si quienes mandan no tuvieran acceso a escribir en el Boletín Oficial, que ahí sí que se perpetran columnas de opinión importantes y trascendentes para vidas y haciendas. Cuando oigo que la pluma es más poderosa que la espada no creo que hagan referencia a mi nada modesta Agatha Christie, sino más bien al mordisqueado BIC del técnico que escribe al dictado de su amo cómo y cuándo nos van a saquear cuentas corrientes con tasas e impuestos varios. Eso son columnas influyentes, lo nuestro son unas risas.

Pero la cosa es que dejé voluntariamente fuera a empresarios y organizaciones empresariales en mi carta a los Magos de Oriente. Primero porque no quiero liar el palangre y luego para dar relieve a lo que de verdad importa, que son esos pequeños vicios que compartimos, como comer todos los días. En un mundo capitalista, sin empresas no hay tu tía, así que o las cuidamos o declaramos la dictadura del proletariado, ustedes verán.

Para que las empresas tengan un caldo de cultivo adecuado nacen en el XIX las agrupaciones reivindicativas de patronos, a imagen y semejanza de los sindicatos obreros. Lo que al principio son reuniones de mesa camilla se convierten al final en estructuras más o menos poderosas, y dominarlas, o utilizarlas, es clave para grupos, personas o partidos.

Pero las organizaciones tienen cabezas visibles. Hay empresarios al mando que ven en sus organizaciones un servicio a la totalidad del tejido empresarial y otros que las usan para curar su dañado ego, halagar su vanidad o hacer negocio con sus empresas particulares, sin que les importe una higa el conjunto. De todo hay en esta viña del señor: un proceloso mundo de gente seria mezclada con lobbys, palmeros y estómagos agradecidos. José María García inventó el término «abrazafarolas» y lo aplicó al deporte, pero porque no conocía el inframundo asociativo empresarial.

En el caso de las organizaciones empresariales mi preocupación es total y, a riesgo de ser pesimista en exceso, el 24 no se plantea especialmente bien y el futuro es oscuro y tormentoso como se presentaba el reinado de Witiza. Los problemas son internos, externos y mediopensionistas. Algunos han surgido ahora, otros llevamos décadas arrastrándolos y, en fin, no descartemos que haya que darse una vuelta a pensar si las organizaciones que tenemos no estarán tan obsoletas como los sindicatos y deberían ser sustituidas por otros entes más modernos y dinámicos. Sindicatos y patronales nacieron en la revolución industrial, tuvieron un momento brillante y ahora languidecen. No hay estructura humana que no sea antes o después relevada por otra, así que tampoco empecemos a rasgarnos las vestiduras.

Las asociaciones que agrupan empresarios han tenido siempre una cierta tendencia hacia la endogamia. Hay hombres de negocios que tienen vocación de entrar en corralitos, colaborando con sus iguales, y otros que son lobos solitarios. Ambas posturas son de lo más loable y conozco casos de empresarios que no quieren saber nada de ninguna asociación y les va de perlas en su voluntario aislamiento. Eso sí, de vez en cuando se cabrean como una mona cuando hay organizaciones que, con su dinero, se pegan unas fiestas fenomenales, comiditas estupendas y pagan sueldos a la familia y allegados.

A corto plazo, es decir para el 24, hay organizaciones que tienen que pensarse mucho dónde quieren llegar, porqué y con qué compañeros de viaje. Particularmente creo que los únicos que tienen un mapa de ruta bien elaborado son AVE, la agrupación de grandes empresarios, que gastan su propio dinero con generosidad, van a su negocio, presumen de ello y pueden convencernos de que, en cierta forma, lo suyo es nuestro y lo mío de los dos. Pediría a los Magos que les otorgaran altura de miras y solidaridad con los pequeños, que también tienen su corazoncito y dan de comer a mucha gente, pero les doy la razón en que, para que una comunidad crezca, las empresas tienen que tener tamaño y, desgraciadamente, nuestro tejido está demasiado atomizado.

Es más complicado para la CEV, que tiene a todos en su seno, lo que es como no tener a ninguno. La nacional, CEOE, planteó una lucha a muerte contra el sector Podemos del Gobierno y mientras, en la Comunidad Valenciana, hubo respeto, incluso seguidismo, para quien gobernaba. ¿Van a darse la vuelta los argumentos en Madrid y Valencia? ¿Va a ser la CEV un apéndice del gobierno Mazón? ¿Seguirá siendo la CEOE el brazo armado contra Sánchez? Quizá no, los empresarios son pragmáticos y cuatro años de travesía del desierto son muchos años, pero veremos. A ver si los Magos les otorgan cordura, cabeza fría y dejarse la ideología partidista en el perchero de casa.

¿Y Alicante? Pues con la dispersión de organizaciones y el encefalograma plano de la Presidencia de la Cámara, el 24 se prevé feo. Hay asociaciones interesantes, pero pequeñas, y no existe la figura del empresario referente de los intereses alicantinos, que no son exactamente los valencianos. Encima ya no vale hacerse la víctima porque, en teoría, allí mandan los de aquí y no vamos a pisar la manguera a los nuestros. Llorar por la pérdida de COEPA y la difunta Cámara conduce a la melancolía, pero algo habría que hacer.

Queridos Magos, las organizaciones empresariales alicantinas necesitan una revolución y, a lo mejor, ni así salen del coma. Si no os importa buscad en vuestras faltriqueras, por si encontráis un mirlo blanco y nos lo mandáis con un lacito rojo. Anda, porfa.