Opinión | CRÍTICA DE CINE

Los pequeños amores

Celia Rico Clavellino

Celia Rico Clavellino / WIKIPEDIA

Valoración: XXX    

DE MADRES E HIJAS 

Celia Rico Clavellino completa un díptico con ‘Los pequeños amores’ después de aquel ‘Viaje al cuarto de una madre’. En esta ocasión ha aumentado las edades de la madre e hija protagonistas en veinte años, pero por supuesto que podría haber una tercera historia a modo de trilogía, puesto que las historias materno-filiales son fuentes de creación infinita. ‘Los pequeños amores’ es una obra de cámara, un vis a vis entre dos actrices fenomenales, Adriana Ozores y María Vázquez. Sin maquillaje. Naturales. Conviviendo forzadamente porque la madre ha tenido un accidente, se ha quedado coja, y la hija debe encargarse de cuidarla durante un verano. A partir de ahí Celia Rico se encarga de realizar un retrato de familia. Aséptico. Casi espartano. No hay banda sonora en esta película. Porque la banda sonora es la de la vida, el ambiente estival de los paseos que las protagonistas dan en silla de ruedas. Hay que estar atento a los detalles. Será en ellos donde se podrá leer por dónde andan las relaciones y las carencias relacionales entre estas dos mujeres. A la hora de hacer un gazpacho en la cocina. O cuando toca pinchar a la madre una inyección en la barriguita. Siempre en gestos, acciones o silencios que resultan significativos. Muchos calificaron ‘Los pequeños amores’ cuando se presentó en el Festival de Málaga como una película ‘pequeña’. En cierto sentido lo es. Cuando escribo estas líneas ignoro si habrá logrado colarse en el palmarés. Sí se que lo peor que le puede ocurrir a este tipo de películas, caso de que se les concedan muchos premios, es que el espectador de a pie pueda enfrentarse a ellas pensando que son algo grande, y de ahí sus trofeos y galones. Cuando la realidad es la contraria: la grandeza de ‘Los pequeños amores’ reside en su humildad, el acercamiento de la cámara casi como un ‘voyeur’ a dos vidas de verdad, a dos mujeres que rezuman autenticidad en sus miradas y en sus silencios