Hidratación, crema protectora, deportes al alba o a partir de las 20 horas, ropa ligera, comidas poco copiosas, evitar bebidas azucaradas y cervezas las justas. Estos son, básicamente, los consejos que los expertos aportan ante la llegada este sábado a la provincia y toda la franja mediterránea, con especial incidencia en la Comunidad Valenciana y Murcia, de la quinta ola de calor del verano (los climatólogos marcan el arranque en el mes de junio), que será corta en duración -entre el sábado y el martes- pero la más intensa del año con máximas que alcanzarán los 40 grados en el interior donde soplará poniente y sensaciones térmicas similares en la costa donde el termómetro, a la sombra, no alcanzará esos dígitos pero la humedad oscilará entre el 45% y el 90%, lo que dispara los efectos, según la previsión de la Agencia Estatal de Meteorología.

Mientras, el aire acondicionado a 27 grados por decreto. El Consell ha pedido a la población que este fin de semana evite acudir a los parques naturales por el alto riesgo de incendios y, por supuesto, nada de encender fuego ni hacer barbacoas en el monte.

Jorge Olcina, director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, revela que el verano ya ha superado el calor al de 2003, el más tórrido desde que se tienen registros y contabiliza 70 noches tropicales o ecuatoriales desde mayo, a cinco del récord (2003), que se batirá porque continúan. Y el mar a 30 grados, una bomba en caso de formarse una gota fría (DANA). Una situación de la que todavía no hay pronósticos pero de la que los expertos en clima no dudan que castigará el Mediterráneo a partir de mediados de septiembre, siempre se entre aire frío en altura.

Según la Agencia Estatal de Meteorología, las temperaturas van a ser significativamente altas en todo el territorio, tanto las máximas como las mínimas. De hecho, este inicio del mes de agosto está siendo el tercero más cálido tras del de 2018 y 2019, aunque no haya habido todavía un día de pico de calor.

El culpable este el calor previsto para el sábado será el poniente, que afectará también al litoral, sobre todo en Castellón, Valencia y Alicante. El viernes y domingo también habrá poniente pero en el litoral se mantendrán las brisas.

Sin embargo, estas brisas no tienen tanto efecto debido a las elevadas temperaturas del mar. De hecho, este martes la boya de Valencia registró 29,72ºC, su máximo histórico.

"El impacto directo de este mar tan cálido lo estamos notando en unas brisas de mar más débiles y cálidas y en unas brisas de tierra nocturnas muy débiles o inexistentes, lo que, además de que las mínimas son muy altas, acentúa el bochorno y la sensación de calor nocturno", apuntan desde la Aemet.

Julio fue mes más seco hasta ahora del año porque llovió un 60% menos de lo normal para este mea y el segundo más cálido desde al menos 1950, sólo por detrás de julio de 2015. El verano está siendo extremadamente cálido. No hay precedentes de un bimestre junio-julio tan cálido como el de 2022, que supera en tres décimas al mismo periodo del histórico verano de 2003. En cuanto al mar, la temperatura sigue a 30 grados y subiendo por lo que no se descarta que a partir de la segunda quincena de este mes se alcancen los 31 grados, máxima histórica y la misma que ya hoy tienen en el Mar Menor (Murcia).

La gran anomalía cálida se produjo durante las tres últimas semanas de julio, ya que los primeros días de julio transcurrieron, con altibajos, alrededor del valor normal. El día más cálido fue el 25. Ese día las brisas entraron muy tarde en la provincia de Alicante, sobre todo en el sur, donde estuvo soplando viento del suroeste durante la mañana hasta que a mediodía comenzaron a entrar brisas del sur por el litoral. Se llegaron a alcanzar 44.9 ºC en Orihuela, 44.5 en Elche, 43.5 en Petrer y Novelda y 43 en Monóvar. En el aeropuerto de Alicante/Elche la máxima fue de 42.4 ºC, que es el valor más alto en este observatorio desde que hay registros (1967).

Tabla para calcular la sensación térmica

Conforme fue avanzando julio las noches se fueron haciendo más cálidas, de forma que las noches de los días 29, 30 y 31 fueron las más cálidas del mes. En gran parte del litoral, todas las noches a partir del día 26 tuvieron una temperatura mínima superior a 25 ºC y en muchos observatorios se superó la noche más cálida de un mes de julio, como por ejemplo el de Alicante, que con una mínima de 26.4 ºC el día 27, es la noche de julio más cálida en este observatorio.

José Ángel Núñez, investigador de la Aemet en la Comunidad Valenciana explica que con estabilidad, régimen de brisas o viento flojo de levante, que han sido las condiciones meteorológicas de la segunda quincena del mes, uno de los factores que ha influido en que las temperaturas mínimas hayan sido tan altas ha sido la anómala temperatura de la superficie del agua del mar.

Un mar tan cálido implica mínimas muy altas en el litoral, y también los mecanismos de las brisas, tanto las diurnas de mar como las nocturnas de tierra, son menos eficientes, de forma que las brisas son más débiles y, por tanto, uno de los elementos de nuestro clima que proporcionan confort térmico ha estado muy inhibido durante la última decena del mes de julio, dando lugar a noches tórridas, con mínimas que no han bajado de 25 ºC y con poca ventilación y elevada humedad, superior al 80 % durante gran parte de la madrugada.

Calor y sequía

Los efectos en cascada de los fenómenos meteorológicos extremos, como las recientes olas de calor que combinan calor y sequía, y la interconexión de servicios y sectores críticos tienen el potencial de desestabilizar sistemas socioeconómicos enteros, según un estudio publicado en la revista 'PLOS Climate' por Laura Niggli de la Universidad de Zúrich (Suiza) y sus colegas.

En las últimas décadas, la frecuencia y la magnitud de los fenómenos climáticos extremos concurrentes, como el calor y la sequía, han aumentado. Estos fenómenos pueden afectar a muchos activos, sectores y sistemas diferentes del entorno humano, incluida la seguridad, la salud y el bienestar de las personas, aunque muchas evaluaciones de riesgos y planes de resiliencia solo tienen en cuenta los fenómenos individuales.

Para comprender mejor el modo en que los fenómenos meteorológicos extremos pueden afectar a los sistemas socioeconómicos interrelacionados, los autores del estudio realizaron un análisis cualitativo de tipo red, revisando en primer lugar los estudios de ocho fenómenos extremos históricos de calor y sequía concurrentes en Europa, África y Australia.

A continuación, recopilaron ejemplos de impactos interconectados en varios servicios y sectores críticos, como la salud humana, el transporte, la agricultura y la producción de alimentos, y la energía. Por ejemplo, los eventos de sequía redujeron las opciones de navegación fluvial, limitando el transporte de bienes críticos.

Información sobre las medidas para controlar el aire acondicionado decretadas por el Gobierno

Al mismo tiempo, el transporte ferroviario se vio obstaculizado cuando el calor prolongado abrochó las vías. A partir de estos análisis, los investigadores crearon visualizaciones de los efectos interconectados de los eventos de calor y sequía concurrentes en esos servicios y sectores.

Los investigadores descubrieron que los procesos en cascada y las interconexiones más importantes se centraban en los sectores de la salud, la energía y la agricultura y la producción de alimentos. En algunos casos, las medidas de respuesta para un sector tuvieron efectos negativos en otros sectores.

Las investigaciones futuras deberían centrarse en las medidas de respuesta en sistemas interconectados para mejorar la resistencia a los fenómenos de calor y sequía compuestos, señalan los investigadores.

Según los autores, "se identificó una red interconectada de sectores que interactúan y causan pérdidas y daños adicionales en otros sectores. Esta interconexión multinivel hace que los riesgos de los fenómenos extremos compuestos sean tan complejos y críticos. Hay que concentrar más esfuerzos en el análisis de esos riesgos en cascada y en las estrategias para interrumpir esas cadenas de impactos, en lugar de compartimentar la evaluación de riesgos en eventos extremos, impactos y sectores individuales", añaden.

Laura Niggli añade que "este estudio presenta información cuantitativa y comprensión cualitativa sin precedentes sobre los impactos de los eventos combinados de calor y sequía en las principales regiones del mundo durante los últimos 20 años".

"Aporta nuevos conocimientos sobre la forma en que estos impactos se transmiten en cascada a través de sistemas críticos (salud, energía, producción de alimentos, etc.) y subraya la importancia de considerar adecuadamente estas cascadas de impacto en los esfuerzos de adaptación".

Acción climática

Por otro lado, según el último informe del proyecto Life Unify, en el que participa la organización ecologista SEO/BirdLife y que analiza las sendas de descarbonización en la UE, España debe mejorar la coherencia de su respuesta multigobierno frente al cambio climático. En particular, el estudio llama la atención sobre el papel de las regiones, dado que no todas cuentan todavía con planes autonómicos de descarbonización a 2030 y su grado de ambición no guarda plena coherencia con los objetivos nacionales y europeos.

El informe también subraya el papel protagonista que pueden tener las ciudades en la acción climática y apremia a la implementación de medidas a escala local. De igual modo, y en especial para aquellos municipios de menor tamaño, recomienda que se destinen fondos y recursos técnicos, aprovechando las líneas de Next Generation, para dotar a las entidades locales de planes de descarbonización a la altura del desafío. Al respecto, urge a que, en la próxima revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que se espera para 2023, se incluyan indicadores y medidas clave para que los ayuntamientos, en el ejercicio de sus competencias, reduzcan emisiones.

Entre otras cuestiones, se puede medir el aumento de la energía fotovoltaica instalada en zonas edificadas, el rendimiento de las zonas de bajas emisiones y zonas peatonalizadas, el aumento de espacios que actúen como sumidero de carbono, el uso de transporte público o el aumento y uso de carriles bici.

“En un país descentralizado como el nuestro, -señala David Howell, responsable de Energía y Clima de SEO/BirdLife- la coherencia política entre diferentes niveles de gobierno es vital. Las comunidades autónomas cuentan con importantes competencias para combatir el cambio climático y, en un contexto de emergencia climática, es preciso que pisen el acelerador de la acción y de la coordinación, asegurando una respuesta conjunta y solidaria para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. El clima y, con él, la salud de todos, no puede ser objeto de confrontación Estado-autonomías, como habitualmente viene ocurriendo”.