La alicantina que vive en la calle sin ayudas: «Solo quiero un techo y pagar mis facturas, no quiero nada gratis»

La afectada no percibe el Ingreso Mínimo Vital ni la Renta Valenciana de Inclusión pese a vivir desde hace doce años en la calle | No quiere acudir al albergue para no abandonar a su perro, que asegura que es su "única compañía"

La carta desesperada de Amor

Rafa Arjones

Alberto Losa

Alberto Losa

Lleva doce años en la calle, tres de ellos en la actual ubicación de su tienda de campaña. Todos ellos sin ninguna ayuda ni alternativa para salir de esta situación, pese a tener toda la documentación en regla. Su única compañía es la de su perro, que hace de protector, junto al martillo junto al que duerme cada noche: "Estoy sola. Duermo con un martillo en la mesita". Su única voluntad es la de tener una vida digna: "Lo que quiero es tener un techo, nada más. No quiero nada gratis, quiero pagar mi alquiler, el agua y la luz, como todo el mundo", relata Amor García.

García denuncia que hace tres años solicitó el Ingreso Mínimo Vital, el cual le fue denegado por ser "una persona sin hogar", asegura; y, posteriormente, la Renta Valenciana de Inclusión, de la que todavía no tiene una respuesta tras tramitarla el pasado julio.

"Lo único que deseo para poder salir de aquí y poder comer es la Renta Valenciana, es una situación muy crítica", asegura la afectada. Puesto este medio en contacto con la Conselleria de Políticas Inclusivas, no ha obtenido por el momento respuesta sobre el estado de la solicitud de Amor García.

La Renta Valenciana de Inclusión es su última esperanza después de que le fuera rechazado en dos ocasiones el Ingreso Mínimo Vital: "Lo solicité en junio de 2020. Al principio a las personas sin hogar no se les daba. Entonces, solicité dos veces la ayuda en favor de familiares, pero me denegaron las dos. Ahora estoy a la espera de la Renta Valenciana".

Situación desesperada

García relata la gravedad de su situación: "Se pasa mal, esto no se lo deseo a nadie, la verdad. Estoy en la calle sola, con miedo, con frío y con todo. Incluso sin tener para comer. Es una vecina de aquí la que me trae agua. Es muy duro. No tengo nada, no me escucha nadie".

En jornadas de especial frío, como las de esta semana con la alerta amarilla, su estado se agrava: "Hay una voluntaria de Cruz Roja que me ha llamado para llevarme a agilizar los trámites. Las asistentas siempre me dicen que espere, que me vaya a un albergue, pero tengo un animal que no lo voy a abandonar, lo tengo desde hace ocho año y es mi compañía".

Desde la Concejalía de Acción Social del Ayuntamiento de Alicante han confirmado que su caso está siendo llevado por los asistentes sociales municipales y que la mujer ha recibido una prestación económica y se le está haciendo un seguimiento. Además, desde Acción Social han añadido que su caso, al igual que el de cualquier otra persona, se estudia de manera individualizada para conocer con qué tipo de asistencia se le puede ayudar.

Amor tiene tres hijos, dos de los cuales viven con su expareja, la cual le animó a escribir una carta la pasada semana al director de INFORMACIÓN: "Solicité a la asistente social del centro de atención número 4 —ubicado en la calle Pino Santo de Alicante— una ayuda que me aprobaron en diciembre, pero cuando se publicó la carta en INFORMACIÓN me aprobaron el ingreso".

Vivir dignamente

Una carta que asegura que escribió por "desesperación" al no ver "salida por ningún lado". "Yo quiero vivir dignamente, como una persona. Hay gente que está mal por ahí, incluso peor que yo. ¿Crees que van a hacerme caso a mí? Y gracias a la carta, porque me siento sola y no sabía a quién le podía escribir para que me ayudara".

Desde Cruz Roja han confirmado que este lunes han acompañado a la mujer hasta los servicios sociales municipales para completar sus trámites pendientes y han añadido que han asistido a Amor con regularidad en ayuda de emergencia, con alimentos, equipos de higiene y ropa de abrigo; y que también se le ha brindado seguimiento social y sanitario.

Ahora, se encuentra a la espera de que le aprueben la Renta Valenciana de Inclusión: "Es lo único que deseo para poder salir de aquí y poder comer, porque es una situación muy crítica. Estoy sola, duermo con un hierro, con un martillo en la mesita". Su refugio es una tienda de campaña, el cual no protege ante situaciones climatológicas adversas como el frío ni ante la posibilidad de que alguien pueda agredirla: "La perra es la que me avisa y me da un poco de protección".