El reto de trasladar Torre Placia: un rompecabezas piedra a piedra y con recreación del entorno original en Alicante

Los responsables del proyecto desgranan los detalles de las obras, en las que se empleará la última tecnología para desmontar el monumento y volver a construirlo en otra parcela

La Torre Placia, en su estado actual, a la espera de ser reubicada en una parcela cercana.

La Torre Placia, en su estado actual, a la espera de ser reubicada en una parcela cercana. / Alex Domínguez

Alejandro J. Fuentes

Alejandro J. Fuentes

Como un puzle: pieza por pieza. Así se llevará a cabo el traslado de Torre Placia, que se iniciará en los próximos meses. Los arquitectos del proyecto, Elisa Moliner y Julián Esteban Chapapria, y Mercedes Ortí, gerente de EMR, la compañía a cargo de los trabajos, explican cómo se llevará a cabo la difícil tarea. Una obra «de una complejidad tremenda», para la que se han estudiado y tenido en cuenta los detalles de otras actuaciones similares, como el del templo de Debod para llevarlo hasta Madrid o el de Abu Simbel, en Egipto.

Si bien es cierto que, desde un punto de vista de protección del patrimonio, los expertos consideran que «el traslado debería ser siempre la última opción», una vez que la Justicia así lo ha determinado, aseguran que «es vital hacerlo de la forma más rigurosa y responsable que sea posible». Para ello, los profesionales se han decantado por el desmontaje piedra a piedra para su posterior reconstrucción en la parcela de destino. Sin embargo, esa no ha sido la única opción valorada. 

Los arquitectos también estudiaron la posibilidad de «rebanar» la torre en una especie de láminas. Una opción que requería que las juntas entre los bloques fueran estrictamente rectas o, de lo contrario, habría que seccionar las piedras, por lo que se terminó descartando. La otra posibilidad, que era desplazar el monumento en su conjunto, también se desechó porque encarecía considerablemente el proyecto. Se trata de una técnica que se emplea mayormente en zonas del norte de Europa, donde prima la madera como material constructivo, facilitando su traslado. 

Una vez tomada la decisión de convertir Torre Placia en un gigantesco rompecabezas, se apostó por emplear la última tecnología en el proceso. Mediante escáneres láser y demás herramientas se generará un modelo digital del inmueble, que servirá como «mapa» durante los trabajos. Tras ello, será el turno de desmontar la torre, pieza por pieza. Un arduo trabajo en el que no solo es necesario marcar y documentar cada bloque, sino también su posición exacta, así como cada una de sus caras. Después, será el momento de trasladar los distintos elementos en camiones hacia la nueva ubicación y, una vez allí, invertir el trabajo para que Torre Placia vuelva a erigirse.

Renovación del entorno

Aunque el proyecto no solo contempla su traslado, también su rehabilitación. En este sentido, se han estudiado las diferentes etapas históricas del monumento, que data del s. XVI, pero sufrió una remodelación en el XVIII.  

Este cambio en la configuración arquitectónica del edificio ha supuesto otro quebradero de cabeza para los profesionales. Ya que, pese a que el diseño del s. XVI es el más «fidedigno» con la historia, el de doscientos años más tarde es el que los alicantinos identifican como la imagen por excelencia de Torre Placia. De esta manera, los arquitectos se inclinaron por reconstruir el baluarte de acuerdo con su configuración original con la salvedad de uno de sus muros, el que presenta los tres icónicos balcones.

Además, los trabajos para trasladar el monumento no se centrarán únicamente en la construcción. El equipo técnico ha querido ir más allá y también renovará el entorno. El objetivo es recrear la situación original de los terrenos, con los mismos caminos y zonas ajardinadas. También se rodeará la torre con pequeños muros de en torno a medio metro que recorrerán el perímetro de la construcción anexa que acompañó a este icono de las Torres de la Huerta.

Ahora, una vez se completen los últimos trámites burocráticos relacionados con las obras, los encargados del proyecto confían en poder empezar los trabajos en unos dos meses y terminarlos, si todo va según lo previsto, en otros seis, aunque reconocen que en este tipo de actuaciones «siempre hay alguna sorpresa». En definitiva, una compleja labor con la que Alicante espera dotar de una segunda vida a un reconocido elemento patrimonial.

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