Un Erasmus cortado por la guerra

Cuatro estudiantes de la escuela de negocios EDEM se ven sorprendidos por el inicio de los bombardeos en Tel Aviv, donde iban a cursar un erasmus

Pasaron los primeros cuatro días del conflicto con una familia hasta conseguir un vuelo

Celia y Natalia de turismo en Tel Aviv, antes de que estallara el conflicto.

Celia y Natalia de turismo en Tel Aviv, antes de que estallara el conflicto. / LEVANTE-EMV

Celia Roda, tiene 20 años, estudia ADE en la escuela de empresarios EDEM y se supone que el próximo día 22 iba a empezar las clases en la universidad de Tel Aviv dentro del programa Erasmus, pero la guerra le ha obligado a cambiar de planes a ella y a otros tres estudiantes valencianos y a pasar por una situación que, reconoce, van a tardar en superar. 

Si hubieran planeado su llegada a Israel justo para empezar las clases, quizá no hubieran pasado por lo que han pasado, pero volaron a Tel Aviv el pasado domingo día 1 de octubre. Su intención era aprovechar las semanas previas al inicio de clases para conocer el país y viajar. «Es un destino que me interesaba para hacer el Erasmus más que las capitales europeas, me llamaba la atención y planeábamos estar esas tres semanas viajando», explica Celia, recién llegada a València.

Solo les dio tiempo (voló junto a Natalia, una compañera de estudios) a conocer el pueblo donde iban a estar alojadas hasta enero, Herzliya, y Tel Aviv, pero poco más. El viernes por la noche, cuando Hamás atacó por sorpresa Israel ellas estaban, precisamente en la capital israelí. «Habíamos ido a ver la ciudad y nos quedamos en el piso de unas italianas porque habíamos quedado un grupo de Erasmus. De hecho, fuimos a la discoteca y volvimos de madrugada». 

Primero "como un terremoto", después las sirenas

Sintieron primero «como un terremoto» y más tarde empezaron las sirenas. «Salimos al rellano sin saber lo que era. Allí estaban todos los vecinos viendo una APP de alertas por dónde seguían dónde caían los proyectiles», explica. La primera reacción fue de miedo, pero «todos estaban muy tranquilos» hasta que, conforme pasó la mañana, ya comprobaron que la alarma no era cómo una de tantas por las que se pasa en el país.

«Aquello era más», asegura. Pese a que sabían que no era lo más adecuado, volvieron a su residencia, hicieron las maletas y, gracias a la ayuda de un «conocido israelí de mi tío con el que se puso en contacto, nos fuimos al norte a estar allí con su familia hasta que pudiéramos regresar». 

Fueron cuatro días de «muchísima tensión» siguiendo los bombardeos, escuchando los cazas y las detonaciones de fondo mientras intentaban conseguir un vuelo de vuelta que las pusiera a salvo. Ahí, las estudiantes contaron con la ayuda del grupo Mercadona, ya que Hortensia Roig es la presidenta de EDEM. Gracias «a la división de relaciones internacionales» consiguieron vuelos para ellas y para sus otros dos compañeros.

Ellos pudieron volar el lunes, pero ellas no salieron hasta el martes, vía Lisboa. Celia se unirá el lunes a las clases con sus compañeros en València mientras procesa por lo que han pasado. «No sé explicar cómo me siento. Me siento mal de estar feliz aquí sabiendo que se han quedado allí y no pueden hacer nada», asegura.