Juanjo Llorens, el iluminador en la sombra del Circo de los Horrores

El alicantino, ganador de cuatro premios Max y un Talía, es el director de iluminación de los espectáculos de esta compañía, que estrena en Alicante nuevo show el 6 de septiembre

Juanjo Llorens, frente a la taquilla del Circo de los Horrores en Alicante

Juanjo Llorens, frente a la taquilla del Circo de los Horrores en Alicante / PILAR CORTÉS

África Prado

África Prado

Estuvo a punto de abandonar al primer intento, pero no lo hizo, y lleva más de una década trabajando con el Circo de los Horrores, la compañía de Suso Silva que el próximo 6 de septiembre estrena, de nuevo en Alicante, su último espectáculo, Réquiem: Sinfonía Final. El alicantino Juanjo Llorens -poseedor de 4 premios Max y un Talía- es el responsable de la iluminación de casi todos los montajes de esta compañía de circo oscuro y gamberro, salvo del primero: Manicomio, Cabaret Maldito, Apocalipsis y, ahora, Réquiem. Ninguno le ha llevado hasta los galardones ya citados, pero él sigue enganchado a las luces del circo -"esto es como el rock and roll", apunta-, una disciplina que compagina con otros proyectos teatrales, musicales y de danza.

La versatilidad condujo a Llorens (Alicante, 1967) a trabajar con el Circo de los Horrores en 2012: "Manicomio fue mi primera colaboración y al principio casi arrojo la toalla. De repente, era un código que no entendía. Yo venía de un mundo muy teatral y pasar al circo fue un choque muy grande para mí. Un día dije que no me veía capacitado para hacer el show y los creadores me preguntaron cuántos días llevaba sin dormir y llevaba cuatro, entre ensayos y programación por las noches. Me dijeron: "Vete a dormir, duerme 24 horas y hablamos". Me fui a dormir y llevo once años con ellos", bromea, agradecido por la confianza que en él depositaron Silva y Manuel González, de Productores de Sonrisas. 

"Al principio yo buscaba que hubiera una luz muy teatral, no molestar al público, pero eso es imposible en una carpa. Cuando entendí el código, me di cuenta de lo que era hacer circo. Si un artista está arriba, al público le tienes que molestar, es como un concierto de rock and roll y no pasa nada por que se ponga la mano en los ojos un momento para ver algo. Evidentemente, no puedes estar 5 minutos con un foco en la cara, pero cada número tiene una luz y una parada, para que el ojo se vaya a otro sitio", explica el alicantino.

Réquiem: Sinfonía Final es la despedida de los escenarios como intérprete de Suso Silva, Premio Nacional de Circo 2003, aunque seguirá creando espectáculos, "y es una recreacion de todos los shows donde desarrolla sus personajes" de los Horrores, una marca que Llorens considera "un sello personal de Suso, que recuperó a un público que se había perdido en el circo -el joven- con la estética gore y el terror. Pero no deja de ser un gran espectáculo de circo, donde hay canciones, música, baile, acrobacias y mucho humor. Esa estética fue la que atrajo al público y tiene muchos seguidores".

Si tiene que elegir un color para describir este circo contemporáneo, el iluminador elige "el rojo, sin duda, o azules muy oscuros, y también el contraste, el claroscuro". Pero cada show tiene su luz: "El origen era más teatral, Manicomio era un antiguo psiquiátrico con luz más fría y fluorescente, Cabaret más festivo, Apocalipsis más grandioso y Bacanal más cabaretero. La idea es contar también la historia con luces distintas porque, además, si una luz es muy monótona, el espectador se aburre", afirma. 

Versatilidad y reconocimeintos

Llorens es uno de los directores de iluminación escénica más reconocidos del país. Puede poner el foco en una pieza de danza con dos personas, como ha hecho con Asun Noales en Delicatessen, o iluminar un musical como Los chicos del coro (premio Talia 2023). Ha ganado sus Max con La mort i la donzella (2021), El curioso incidente del perro a medianoche (2019), De ratones y hombres (2013) y La función por hacer (2011). También ha diseñado giras de Amaral, conciertos multitudinarios en el Wizink Center o galas de los Premios Goya con Juan Luis Iborra. El cine no le atrae demasiado, apunta, "pero si me lo proponen, lo haría, por supuesto".

Juanjo Llorens

Juanjo Llorens / PILAR CORTÉS

"Creo que ahí está lo bonito, no encerrarse en un solo lenguaje. De lo pequeño aprendes a utilizar cosas en espacios grandes, que de repente tienes que hacer pequeños" indica, tras destacar la importancia de la iluminación en un escenario "porque la luz es una dramaturgia, narra y te lleva al estado de ánimo que tú quieras. Cuando se abre el telón los ojos se van donde se enciende el primer foco y a partir de ahí debes dar continuidad al espectáculo, no iluminar de forma gratuita. Está muy bien poner una luz bonita, pero luego hay que iluminar a los actores".

A Juanjo Llorens le gusta todo lo que hace. "El circo me da más libertad y la energía que tiene una carpa no la tiene un teatro, donde se supone que todo es más educado y hay más protocolo que cumplir. Cuando el público entra en una carpa, se vuelve loca, directamente. Pero luego vuelvo al teatro y no me parece soso, para nada. Son emociones distintas", considera.

Tras Réquiem, Llorens seguirá con el circo -Rock Circus y Circlásica- hasta Navidad, al tiempo que prepara un espectáculo que le llevará a China en diciembre, con estreno en el Teatro Nacional de Shanghái y después en el Teatro Español de Madrid.