Lo que no te cuentan de las siestas largas

·Advierten que dormir demasiado puede agravar problemas de insomnio nocturno, aumentar el riesgo de diabetes, ansiedad u obesidad y provocar aturdimiento y desorientación por la inercia del sueño

El Hospital Universitario del Vinalopó recomienda siestas de 20 minutos, a primera hora de la tarde y en espacios tranquilos

Un estudiante se echa la siesta en una sala de estudio

Un estudiante se echa la siesta en una sala de estudio / .

M. Alarcón

M. Alarcón

Uno de los alicientes de las vacaciones es la siesta de verano, ese descanso breve después de comer y la sobremesa con familia y amigos, que los horarios de trabajo, colegios y universidad no suelen permitir el resto del año. “La siesta es una costumbre que consiste en descansar algunos minutos o un par de horas, después del almuerzo, consiguiendo un sueño corto con el propósito de reponer energías para el resto de la jornada o resistir una noche larga”, tal y como explica Nohemí Rodríguez, responsable de Neurofisiología del Hospital Universitario del Vinalopó, del grupo sanitario Ribera. Sin embargo, tiene claro que estas siestas “deben ser cortas”, en concreto, de 20 minutos o menos y, además, siempre que sea posible “mejor a primera hora de la tarde, en un ambiente tranquilo, sin luz y con una temperatura adecuada”. Este es el secreto de una buena siesta o una “siesta saludable”.

 Y es que, tal y como explica la especialista, dormir por un breve espacio de tiempo después de la comida o almuerzo es beneficioso para la salud de la población en general. “Disminuye la fatiga, aumenta energía y rendimiento, y mejora el humor, estado de alerta, memoria y capacidad de reacción”.

Un bar en Bruselas con una zona para echar una siesta

Un bar en Bruselas con una zona para echar una siesta / .

Reflujo y la acidez gástrica

La doctora Rodríguez, añade que también mejora la digestión y el metabolismo porque “nuestro cuerpo se relaja y se centra en la digestión de los alimentos”, aunque recomienda no dormir inmediatamente después de comer, para evitar el reflujo y la acidez gástrica. Y además del aumento de la energía para revertir la sensación de fatiga una vez transcurrida la primera parte del día, la especialista del Vinalopó destaca también cómo la siesta ayuda a mejorar el estado de ánimo. “Durante la siesta, el cuerpo produce endorfinas, las ‘hormonas de la felicidad’, que generan un estado de bienestar y mejoran el humor y el ánimo de las personas”, explica.

Nohemi Rodriguez Perez

Nohemi Rodriguez Perez

“Las características del sueño cambian tanto en relación al tiempo total que dormimos cada noche y a la duración de cada una de las fases del sueño, como a la distribución del sueño a lo largo de las 24 horas, lo que incluye las siestas"

La especialista del Vinalopó señala como efectos negativos de la siesta en determinados perfiles esa “inercia del sueño” que suele acompañar a una siesta de más de 30 minutos “porque proporciona al cuerpo el tiempo suficiente para entrar en un sueño profundo de ondas lentas, que al despertar hace que nos sintamos atontados”. Sobre la interferencia en el sueño nocturno, la doctora Rodríguez asegura que una siesta corta no tiene por qué afectarnos, salvo que se sufran problemas de insomnio o mala calidad del sueño. Y explica, además, que “cuando más que una cabezada después de comer, decidimos poner el modo off de forma prolongada, aumenta en un 23% el riesgo de sufrir obesidad”.

Patrón de sueño

El patrón de sueño no es igual para todas las edades de la vida. “Las características del sueño cambian tanto en relación al tiempo total que dormimos cada noche y a la duración de cada una de las fases del sueño, como a la distribución del sueño a lo largo de las 24 horas, lo que incluye las siestas”, asegura la especialista del Vinalopó, quien recuerda que la cantidad de horas que dormimos cada día, va disminuyendo a lo largo de la vida.

Autoestima

Es importante recordar que tan malo es dormir poco como demasiado. “Dormir poco y mal se asocia a bajo rendimiento cognitivo, peor memoria, dificultad de concentración, aumento de la ansiedad, irritabilidad, fatiga, baja autoestima, disminución de la libido, aumento de la somnolencia diurna y a mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, demencia o Alzheimer”.