Entrevista | Enrique Monerris Jefe de Otorrinolaringología del Hospital del Vinalopó en Elche

«La presbiacusia, la pérdida de audición con la edad, no es evitable y es la causa más frecuente»

Este médico especialista aclara que el problema no es escuchar música con los cascos, sino tenerla a toda potencia y de forma continuada

Enrique Monerris, del Hospital del Vinalopó

Enrique Monerris, del Hospital del Vinalopó / Información

Una discusión a gritos, tráfico de una ciudad, electrodomésticos muy ruidosos o una moto que «truene» a poca distancia equivalen a unos 75 decibelios. El paso de un tren, maquinaria de fábrica o las sirenas de los bomberos pueden suponer unos 85 decibelios. En ambos casos, tras una exposición prolongada, nuestros oídos ya se pueden ver dañados, por lo que Enrique Monerris, del Hospital del Vinalopó, insiste en evitar este tipo de situaciones.

¿Se puede perder audición por el uso excesivo o abuso de auriculares?

Por el mero hecho de utilizar auriculares no se daña la audición. Lo que realmente provoca una lesión a nivel del oído interno y por tanto puede provocar una pérdida auditiva es la exposición a ruido o volumen elevado, independientemente si es utilizando auriculares o no. Estar expuesto a un ruido superior a 80 decibelios puede provocar un daño irreversible en la audición. Hay que tener en cuenta que influyen tanto la intensidad del sonido como el tiempo de exposición: a mayor intensidad del sonido y mayor tiempo expuesto, el daño puede ser mayor.

¿Hay otros riesgos además de la pérdida auditiva?

El más importante es la pérdida de audición, sobre todo en las frecuencias agudas, característicamente entre 3.000 y 6.000 hercios.

¿Cuáles son esos síntomas que podemos empezar a notar?

Pérdida de audición que se caracteriza sobre todo por dificultad para la discriminación verbal, sobre todo en ambientes ruidosos. Pero la dificultad auditiva depende sobre todo del grado de pérdida que presente el paciente y de las frecuencias afectadas. Además, también se puede acompañar de la aparición de un acúfeno de intensidad variables, es decir, los típicos pitos.

Franjas de edad

¿Hay edades que presentan más riesgo que otras?

Por supuesto: los niños pequeños, los adolescentes que son los que más utilizan un volumen bastante elevado a la hora de escuchar música, personas que trabajan en un ambiente ruidoso, por encima de 70 decibelios y, por tanto, deberían utilizar durante su jornada laboral cascos o tapones homologados para protección auditiva, y pacientes que tienen que recibir tratamientos que puedan ser ototóxicos, es decir quimioterapia o aminoglucósidos principalmente. A los niños recién nacidos se les realizan unas pruebas auditivas para descartar cualquier problema de audición, que es importante detectar y tratar en tiempo y forma para que puedan desarrollar el lenguaje de manera correcta.

El doctor Monerris

El doctor Monerris / Información

¿Cuáles son las causas más frecuentes que desembocan en la pérdida de audición?

La causa natural más frecuente y no evitable es la presbiacusia, que consiste en la pérdida de audición que aparece con la edad. Afecta a las frecuencias agudas y se empieza a acusar inicialmente a partir de los 65 o 70 años de edad. La exposición laboral sin protección o a música elevada también son frecuentes. Hay también enfermedades que afectan a los oídos y que pueden producir pérdida de audición bien de manera temporal o definitiva, ambas en distintos grados, como por ejemplo infecciones de oídos, acúmulo de moco tras catarros, otosclerosis, colesteatomas o enfermedades con componente familiar o genético.

¿Qué síntomas generales deberían alertarnos?

Dificultad para oír o para entender y que no presentábamos previamente. En ocasiones también la aparición de pitos, es decir, acúfenos, aunque estos no tienen por qué estar directamente relacionados con una pérdida auditiva.

¿Qué diferencia hay entre hipoacusia y sordera?

Inicialmente podrían tomarse como equivalentes, aunque hay un consenso generalizado entre los especialistas a la hora de definir hipoacusia como pérdida de audición moderada, que es aquella que se sitúa entre los 41 y los 70 decibelios. Este pérdida auditiva dificulta considerablemente mantener una conversación, incluso cuando no hay ruidos de fondo, porque en este umbral se sitúa, de manera habitual, la voz humana. La hipoacusia severa se sitúa entre 71 y 90 decibelios. En el caso de la sordera, la pérdida de audición es profunda, por lo que los afectados no pueden oír ni interpretar sonidos de menos de 100 decibelios. En la práctica, con la sordera se pierde la audición por completo y las únicas fuentes sonoras que se pueden distinguir son las que emiten un ruido extremadamente elevado.

Repentinamente

¿A qué puede atribuirse una pérdida repentina de audición en uno o en los dos oídos?

La causa más frecuente suele ser por la presencia previa de un tapón de cerumen que probablemente se haya movilizado tras humedecerse por los baños. Otra causa habitual, más en los niños pequeños, es acumular moco en el oído medio durante un catarro. Pero sin duda, la patología que no se debe demorar para ser valorada por un especialista es la hipoacusia súbita, que es una entidad cuya causa no está clara y que consiste en la pérdida brusca de audición, en pocas horas o días, de carácter neurosensorial, lo que conlleva habitualmente un mal pronóstico de recuperación. Se debe instaurar tratamiento lo antes posible y puede acompañarse de pitidos intensos y mareo, lo que empeora el pronóstico, al igual que a mayor grado de pérdida peor pronóstico de recuperación de la audición.

¿Qué consejos hay que tener en cuenta para cuidar de nuestra salud auditiva?

Lo más importante y lo que está en nuestras manos es no exponerse a ruido y música de intensidad superior a 70 u 80 decibelios, o utilizar cascos o tapones homologados. En el caso de tener infecciones o pérdida auditiva, esto debe ser valorado por su médico de atención primaria que tratará correctamente el problema y, si lo cree conveniente, remitirá al paciente al especialista otorrinolaringólogo. Se deben evitar también las sustancias y fármacos ototóxicos en la medida de lo posible, como quimioterapia y aminoglucósidos principalmente. Y sobre todo, no demorar el tratamiento de la hipoacusia súbita ya que aunque la posibilidad de recuperación suele ser baja, es importante tratarla lo antes posible. Por último, con respecto a las personas mayores que con la edad van a ir perdiendo gradualmente la audición, deben consultar cuando les afecte ya de manera más o menos importante, para aconsejarles adaptarse unos audífonos.