Un barrio degradado de Elche que se renueva por completo

La rehabilitación de Porfirio Pascual salva sus últimos trámites para adjudicar las obras tras el verano

Pimesa entrega en el Ayuntamiento el proyecto de ejecución y empieza a reunir a las comunidades de vecinos

Así será el barrio Porfirio Pascual de Elche tras su rehabilitación

Áxel Álvarez

María Pomares

María Pomares

Poco más de dos años. Ése el tiempo del que disponen el Ayuntamiento de Elche y la empresa municipal Pimesa para tener totalmente completada la rehabilitación del barrio Porfirio Pascual. De no tener finalizado el proyecto el 30 de junio de 2026, perderían las ayudas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, enmarcado en los fondos Next Generation de la UE, y, además, tendrían que devolver los importes recibidos. Por eso mismo, la tramitación ha cogido velocidad de crucero para renovar por completo un barrio muy degradado en estos momentos. Hasta el punto de que Pimesa ya ha entregado en el Ayuntamiento el proyecto de ejecución y, casi en paralelo, se ha empezado a convocar a las comunidades de propietarios para entregarles la información pormenorizada y que den su plácet, con la vista puesta en que se puedan adjudicar los trabajos tras el verano y puedan empezar las obras.

Proyectos por comunidades

De hecho, éste ha sido uno de los principales hándicaps del proyecto hasta la fecha: se han tenido que hacer 40 proyectos, uno por cada comunidad de vecinos, pese a que son 18 bloques, y cada una de ellas debe aprobar ese proyecto en el que se incluye qué paga cada propietario. Recibidas esas autorizaciones, se llevarán los pliegos al consejo de administración de Pimesa para sacar a licitación las obras, con el objetivo de que, si no hay imprevistos de última hora, se puedan adjudicar después del verano

El aspecto que 	 tendrán los edificios de Porfirio Pascual, una vez acabada la actuación.

El aspecto que tendrán los edificios de Porfirio Pascual, una vez acabada la actuación. / INFORMACIÓN

Sin realojos

Una adjudicación para ejecutar una rehabilitación en la que no habrá realojos y, por tanto, se valorará que el impacto sea mínimo para los residentes, sobre todo a la hora de sustituir las actuales escaleras de los bloques por las nuevas que se van a construir.

De media, cada vivienda pagará en torno a los 9.200 euros, con el IVA incluido, aunque el coste depende de la altura de la casa y del estado en el que se encuentra el bloque en cuestión y si ha habido alguna actuación previa, hasta el punto de que un bajo no llegaría a los 4.000 euros

Precios competitivos

En este sentido, el gerente de Pimesa, Antonio Martínez, destaca la importancia de este proyecto subvencionado con fondos de la UE, y no sólo para el barrio, también para los vecinos. «De media, la instalación de un ascensor puede costar 14.000 euros por vivienda y, en este caso, por menos tienen el ascensor y todo lo que supone el proyecto de rehabilitación, aunque Europa lo que prima sobre todo es la eficiencia energética y el interés general», concreta Antonio Martínez. Además, se han establecido líneas de financiación y ayudas para familias vulnerables

Precisamente el hecho de que el proyecto se haya canalizado a través de las comunidades de vecinos, unido a que algunos edificios están en pendiente, ha llevado a que, al final, prácticamente se habiliten dos ascensores por manzana. Los elevadores, de bajo consumo y que, en un momento determinado hasta podrían beneficiarse de las placas solares instaladas en las cubiertas de los edificios, se situarán en las fachadas traseras de los bloques, donde están las escaleras y las galerías. Por eso, se eliminarán las escaleras existentes y se construirán otras nuevas, además de que se redistribuirán los zaguanes. Así, junto a la entrada principal, se habilitará otra en la zona de los ascensores, con rampas que faciliten la accesibilidad.

El estado en el que se encuentra el barrio Porfirio Pascual en estos momentos.

El estado en el que se encuentra el barrio Porfirio Pascual en estos momentos. / Áxel Álvarez

Mejor sin pasarelas

De no sustituirse las actuales escaleras, señala el gerente de Pimesa, se deberían haber habilitado pasarelas por el exterior, lo que complicaría más las obras e implicaría pasar por delante de algunas de las ventanas de los edificios, restando intimidad a algunos de los residentes. En cualquier caso, Antonio Martínez insiste en que la estructura del barrio se mantendrá.

En paralelo, la actuación también permitirá eliminar los daños estructurales producidos por la presencia de humedades, así como algunas deficiencias detectadas en fachadas y pilares, aunque hay comunidades que ya han intervenido en esos elementos, lo que explica que el importe que deben pagar los propietarios varíe en función de la situación en la que se encuentra el edificio. Para ello, previamente se inspeccionaron todos y cada uno de los bloques

Cubiertas con placas solares

También se reparará la cubierta, de teja en estos momentos, sobre todo por posibles filtraciones que pudiera haber, y allí se instalarán las placas solares fotovoltaicas, muy enfocadas inicialmente en la generación de agua caliente. El ascensor, por este mismo motivo, llegará hasta arriba para que se pueda proceder a las labores de mantenimiento cuando llegue el momento.

El aspecto que tendrán los edificios de Porfirio Pascual, una vez acabada la actuación, en la zona de los ascensores.

El aspecto que tendrán los edificios de Porfirio Pascual, una vez acabada la actuación, en la zona de los ascensores. / INFORMACIÓN

Las bajantes

En cuanto al interior de las viviendas, la intervención se limitará a la sustitución de bajantes de saneamiento y pluviales, para eliminar el fibrocemento. Eso no quita para que en las plantas bajas que se han reconvertido en viviendas o las que podrían hacerlo se habilitarán sistemas de ventilación y extracción de humos. Otra cosa es la actuación en las zonas comunes. Aprovechando estos trabajos, se centralizarán los contadores de agua y electricidad en los zaguanes, ya que, hasta ahora, estaban en las viviendas. 

Proyecto estético

Por lo que respecta a la eficiencia, se cambiarán las ventanas, sobre todo porque la subvención está vinculada de forma especial al ahorro energético, aunque también se han primado otros conceptos como el estético. Eso implica, por ejemplo, la instalación de protectores visuales para los tendederos de ropa o los aparatos de aire acondicionado para reducir el impacto en las fachadas. Es más, en estos momentos, el suministro eléctrico es aéreo y la idea es que se aprovechen las obras para soterrarlo, al igual que ocurrirá con el cableado de otros suministros.

«Para Pimesa, este es uno de los proyectos más relevantes, por los fondos europeos, pero también porque es un barrio en el que se va a acometer una actuación ejemplar, que es lo que nos hemos planteado, además, en una zona estratégica de Elche», sentencia Antonio Martínez.

Un ahorro en el consumo de energía que será superior al 60%

La actuación en Porfirio Pascual tiene un coste de 13 millones de euros, de los que 11,5 millones son para la rehabilitación de los edificios; 1,2 millones para la regeneración urbana y 241.000 euros para la oficina de rehabilitación, a cargo de Pimesa, que actúa como agente de la rehabilitación, y que ya está operativa, con el objetivo de encargarse de trámites como los informes de evaluación de todos los edificios, la constitución de comunidades de propietarios si estaban sin formar, o los expedientes de los vecinos en situación de vulnerabilidad.

Cofinanciado el plan por la UE, con los fondos Next Generation, el Gobierno aporta 9,3 millones, 578.000 euros el Consell, 1,9 millones el Ayuntamiento y un millón de euros los propietarios dentro de un proyecto que, desde el principio, se ha mantenido que va a permitir al barrio ser un espacio más atractivo para vivir y convivir, lo que favorecerá la cohesión territorial, disminuirá el riesgo de exclusión social y permitirá que fijen su residencia nuevos sectores de población y, al mismo tiempo, que se dinamice la actividad económica en la zona.

Sin embargo, si hay un aspecto que destaca es el de la eficiencia energética, de manera que, desde Pimesa, estiman que el ahorro en el consumo de energía será superior al 60%, aunque también se mejoran las condiciones de accesibilidad, salubridad y habitabilidad. Precisamente para lograr ese objetivo de la eficiencia, se va a trabajar en el aislamiento de la fachada y se van a sustituir las ventanas por otras con carpinterías de PVC y doble acristalamiento. También se va a cambiar la teja plana existente por paneles que aporten aislamiento a la cubierta, además de habilitar placas solares fotovoltaicas para contribuir a la generación de agua caliente.

Suscríbete para seguir leyendo