PERFIL
Munilla, el obispo con alma de influencer
El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas. La frase es del periodista y escritor G. K. Chesterton, un católico converso de cuyo legado intelectual es confeso devoto el obispo de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla.
Tanto es así que dedica cada cierto tiempo podcast en su página web a analizar los aforismos de quien fue definido como «el príncipe de las paradojas», un cuño que bien podría atribuirse a la figura del prelado.
Convertido desde hace años en el perejil eclesiástico de todas las salsas sociopolíticas que se cocinan en España, y con Juan Antonio Reig y Antonio Cañizares ya con el título de eméritos colgando de sus respectivas sotanas, el teólogo donostiarra es hoy el máximo exponente de lo que eufemísticamente se viene a llamar el ala más conservadora de la Iglesia española. Dios nos libre ahora de rebautizar de otra forma a esa facción de la vetusta institución que, guste o no, es más que un club.
El caso es que ahí donde otros se amarraron al pasado disfrazándolo de tradición inamovible, Munilla supo ver que un tuit puede tener mucho más eco que el mejor sermón en la más imponente de las catedrales. Pese al recelo de buena parte de sus correligionarios, él entendió que estar en Facebook, Instagram y Youtube era la mejor forma de dejar que los niños se acercaran a Él. Nótese la mayúscula y entiéndase la metáfora.
Hizo así de Internet y las redes sociales su púlpito, donde hoy se maneja con la misma soltura y desparpajo de cualquier adolescente promedio. Es en este punto donde empiezan a asomar las contradicciones de un Munilla capaz de concentrarse a rezar con una pancarta delante de una clínica abortistay despachar con una abúlica crítica una ordenanza municipal que multa a indigentes por dormir en la calle.
Él se despierta a las siete con las señales horarias de Radio María, emisora en la que conduce un programa desde hace 17 años. Desayuna tostadas con aceite y jamón serrano, café con leche y, desde el año recién cumplido que vive en Alicante, un zumo de naranja con unas gotitas de limón. Esto lo sabemos gracias a un reciente vídeo de Youtube en el que muestra a sus 102.000 suscriptores cómo es su rutina diaria.
También conocemos todos que para Munilla «el progresismo es un virus», que los «ateos radicales» son como el Estado Islámico, que la homosexualidad es «una enfermedad neurótica a la que se llega a través de la pornografía» y que se puede curar con terapia (él mismo dice haber «sanado» a varios), que los casos de pederastia en la Iglesia se deben a que «se colaron» en ella sacerdotes gais, que el divorcio es «inmoral» y que nadie debe votar al PP por la «traición» de Feijóo en la ley del aborto.
Y todo eso lo sabemos gracias a sus propios canales. Porque hace ya mucho que Don José Ignacio se dio cuenta de que los medios de comunicación, cuando no le son afines, los carga el diablo, al igual que lo que él tacha de «feminismo radical».
Por eso monseñor no tiene a bien conceder entrevistas sin pedir antes las preguntas y con la condición de responderlas por escrito, sin posibilidad de repreguntar y pactando siempre cuál va a ser el titular. Ni El Rubius llegaría a tanto. El lema episcopal de Munilla, replicado en su dirección web, es «En Ti Confío». Quién lo diría.
Defensor de la plataforma ultraderechista Hazte Oír, gusta de hacerse escuchar, pero no se le caen los anillos (el anillo episcopal en este caso) a la hora de bloquear en las redes sociales a las voces discordantes. Lo que no le impide luego tuitear en contra del «pensamiento único dominante». Cosas veredes.
En todo debate suscitado en torno a la Iglesia y sus pronunciamientos políticos no faltan quienes argumentan que los mensajes se dirigen solo a sus fieles. Pero no está de más recordar que en su rebaño, a veces, hasta se oyen balidos disonantes.
La tesis del guipuzcoano, lanzada en su Twitter poco antes del 8M, de que hay que «amar sufriendo, sufrir callando y siempre sonriendo» no sentó nada bien a muchos cristianos y así se lo hicieron saber. De todo hay en la viña del Señor, por más que Munilla confunda ovejas con troles.
«Si no logras desarrollar toda tu inteligencia, siempre te queda la opción de hacerte político». Eso también lo escribió Chesterton, que de conversiones tardías fue todo un ejemplo.
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