Un año de guerra en Ucrania

Domènec Ruiz Devesa

Domènec Ruiz Devesa

Se cumple hoy un año desde que Vladimir Putin ordenó a sus fuerzas invadir Ucrania. Putin imaginó una Blitzkrieg, una guerra relámpago, con la que tomar Kiev y derrocar a Zelensky. Fracasó. Pero la guerra está lejos de terminar. Por un lado, Putin no ha podido hacerse con Ucrania, si bien ha logrado ocupar un amplio territorio entre el Dombás y Crimea. Gracias a la valentía y resistencia del pueblo ucraniano, y a la ayuda occidental, la invasión se frenó y se recuperaron importantes áreas en Jarkov y Jersón. Los ataques rusos sobre Bajmut y Vuledar se han estancado, no sin causar cuantiosas bajas en las filas del agresor.

La ayuda occidental a Ucrania se ha articulado en dos ejes clave: apoyar a Ucrania y debilitar a Rusia. Así, desde que comenzó la guerra, la Unión Europea ha proporcionado a Ucrania 67 000 millones de euros en apoyo económico, humanitario y militar, y hemos acogido a los refugiados ucranianos, principalmente mujeres y niños. Este apoyo que continuará en 2023. Al mismo tiempo, durante este año Europa ha impuesto nueve paquetes de sanciones económicas para debilitar la maquinaria de guerra rusa, que serán complementados por un décimo paquete con nuevas prohibiciones comerciales y controles de exportación de tecnología por un valor de 11 000 millones euros.

Algunos han cuestionado la efectividad de estas sanciones ya que Rusia dista de encontrarse en plena apocalipsis financiera. La economía rusa se contrajo solo un 2,2% el año pasado, su desempleo es del 3,7 % y el Fondo Monetario Internacional estima que Rusia crecerá en 2023 y 2024. No podemos olvidar que las economías de guerra, son economías infladas artificialmente, ni que las sanciones surgen efecto a medio plazo. Sin embargo, Rusia es ya una antigua potencia energética. Tal como dijo la Presidenta Von der Leyen en su discurso del 15 de febrero de 2023, la determinación con la que Europa ha querido cortar su dependencia de la energía rusa, ha llevado a reducir los ingresos de Rusia por las ventas de gas en dos tercios. Igualmente, el tope del precio del petróleo significa que Rusia está perdiendo 160 millones de euros en ingresos todos los días. Mientras que, en Europa, los precios del gas son más bajos este 24 de febrero que antes de la invasión y nuestras reservas se mantienen por encima del 80%.

Todo apunta a que la guerra, en cualquier caso, será larga. Frente a esta situación, hay quien pide dar preferencia a la vía diplomática, mientras otros abogan por reforzar la dotación de armas occidentales para Ucrania. En esta disyuntiva, para algunos el ejercicio de la diplomacia requeriría dejar de suministrar armamento a Kiev, lo que supondría debilitar al agredido frente a su agresor. Es ésta una posición inaceptable. En cualquier caso el dilema entre armamento y diplomacia es una falsa dicotomía. Así lo dijo el Alto Representante Josep Borrell en su discurso del pasado 15 de febrero de 2023 al declarar que “solo la diplomacia puede lograr algo parecido a un acuerdo de paz viable. [...] Pero la diplomacia seria solo tiene una oportunidad si Rusia acepta que no puede poner de rodillas a Ucrania. Y para que eso suceda, Estados Unidos y sus aliados no pueden vacilar en su apoyo.” Hemos de entender la entrega de armas a Ucrania y la diplomacia como dos herramientas complementarias para alcanzar un mismo fin: que el país agredido recupere su integridad territorial.

Tras el sí de Alemania al envío de tanques Leopard, los socios europeos debieran revisar sus reservas militares no activas y movilizarlas con carácter urgente. Occidente no debe titubear más. Las supuestas líneas rojas respecto al envío de material militar se han ido superando una tras una, ¿Por qué entonces postergar, el apoyo que Ucrania necesita? Esto por supuesto incluye tanques, pero también aviones de combate frente al despliegue de la aviación militar rusa, y misiles de medio alcance. Pero el problema ya no es político sino logístico, ya que los arsenales de municiones en Europa y los Estados Unidos se han vaciado.

Europa debe actuar estratégicamente como ya ha demostrado que es capaz de hacer, al utilizar el desacople energético de Rusia para impulsar la transición energética verde. En la actualidad, y por primera vez, producimos más electricidad con energía eólica y solar que con gas. También actuamos así frente al coronavirus. Con la Unión sanitaria, y mediante la compra mancomunada de vacunas, logramos inmunizar a los europeos a un coste inferior y con un acceso preferente e igualitario para los Veintisiete. Por ello, dada la necesidad de reforzar nuestra inversión en defensa, la opción más eficiente es también la Unión de la defensa, con compras conjuntas de armamento que permitan cumplir nuestros compromisos con Ucrania y reposicionarnos como un actor soberano en su seguridad estratégica.