Las crónicas de Don Florentino

Efecto arrastre

Joan Laporta.

Joan Laporta.

Juan Carlos Padilla Estrada

Juan Carlos Padilla Estrada

Recientemente hemos vivido un acontecimiento de índole deportivo que trasciende al propio ámbito social. Resulta que el fútbol club Barcelona ha estado pagando durante más de 20 años una cantidad superior a los 7 millones de euros al vicepresidente del comité nacional de árbitros. El hecho en sí es escandaloso y ha sido destapado por una inspección de la agencia tributaria a la sociedad unipersonal del citado vicepresidente. Preguntado el presidente del Barcelona acerca de tal desafuero su respuesta fue de manual: “Esto aparece en el mejor momento deportivo del club para perjudicarnos”.

Que el señor Laporta desvíe tan burdamente la atención de un asunto grave hacia un enemigo exterior inexistente no es muy sorprendente, se trata de una táctica más que habitual en todos los ámbitos. Pero al día siguiente fueron interrogados muchos seguidores del club catalán y la inmensa mayoría de ellos respaldaron las palabras de su presidente sospechando que detrás de todo este asunto hay una mano negra que los condena por mejorar en el ámbito deportivo.

Estas actitudes recuerdan a infinidad de situaciones en las que observamos desde fuera como un colectivo de personas sigue de manera incomprensible el argumento a todas luces irracional de un líder, un político, un influencer o un famoso, sensu amplio.

Estas conductas se pueden explicar acudiendo a los sesgos cognitivos, que son efectos psicológicos que producen una desviación en el pensamiento, generando distorsión de interpretación, en una palabra irracionalidad. Hay muchos sesgos descritos y es un tema muy interesante para comprender por qué los humanos vemos el mundo de forma tan diferente: ¿no se han preguntado nunca ustedes cómo es posible que haya personas que vean la realidad de manera tan opuesta?

¿No se han sorprendido al constatar la opinión de algún amigo acerca de algún tema concreto?

Pues esto lo explican los sesgos cognitivos. Les pondré algunos ejemplos muy pertinentes en este caso.

El sesgo de confirmación es el responsable de que sea muy difícil cambiar de opinión: es la tendencia a buscar datos que confirman lo que creemos, nuestros apriorismos, y descartar lo que va en contra de nuestras creencias.

Es una especie de cabezonería inconsciente que nos protege de la disonancia cognitiva, que es el estrés que sufre nuestro cerebro cuando lo sometemos a contradicciones. Se trata de un sesgo muy habitual y explica por qué leemos diarios o escuchamos emisoras de radio que coinciden con nuestras posiciones ideológicas y por qué nos rodeamos preferentemente de personas afines a nosotros. Su peligro es que en muchas ocasiones genera autoengaños y nos priva del enriquecimiento que supone la discrepancia.

Hay otro sesgo llamado efecto Bandwagon, también conocido como efecto de arrastre, que es la tendencia a creer algo solo porque muchas personas lo creen. Está muy relacionado con el comportamiento gregario y confirma que la probabilidad de que una persona adopte una creencia es proporcional a que otras lo hagan, debido a que nuestro cerebro prefiere ajustarse a lo preexistente.

Otro fenómeno conocido es el de que a base de repetir la misma historia, ésta adquiere visos de realidad. Esto se ve especialmente en los procesos de radicalización, de cualquier ideología. Además, cuanto más se defiende algo más cuesta cambiar de opinión, porque ese cambio se convierte es una incoherencia frente al pasado.

Quizá estas claves le sirvan, apreciado lector, para interpretar algunos comportamientos que le resultaban algo discordantes. Y hay más sesgos cognitivos, muchos más… quizá los abordemos en el futuro.