Política cuántica

Ejecutiva del PSOE reunida este lunes en Elche para convocar la asamblea

Ejecutiva del PSOE reunida este lunes en Elche para convocar la asamblea / INFORMACIÓN

Gaspar Macià

Gaspar Macià

«El tiempo borra muchas penas que creíamos eternas». 

Sophie Ristaud Cottin (1770-1807), escritora francesa.

Un grupo de investigadores de la Academia Austriaca de Ciencias, liderado por los españoles Miguel Navascués y David Trillo, y de la Universidad de Viena ha pergeñado un novedoso protocolo que permite devolver cualquier sistema cuántico al estado que tenía con anterioridad, en una especie de rebobinado. Según estos conspicuos físicos, en el insólito mundo subatómico hay partículas que, además de estar en un sitio o en otro o en todos a la vez, pueden volver hacia atrás en el tiempo; o sea, rejuvenecer, en nuestra concepción espacio-temporal.

Las aplicaciones prácticas de esta máquina del tiempo cuántica están por desarrollar y se desconoce si se podrían aplicar en humanos, sea cual sea su ideología, talla, raza o adscripción sexual. Pero de momento, en nuestro ordinario mundo tridimensional ya se ha observado este fenómeno de manera espontánea: el regreso del hasta ahora concejal no adscrito, Eduardo García-Ontiveros, al seno de su antiguo grupo municipal y partido, Ciudadanos. Una regresión que lo devuelve cuatro años atrás, cuando pese a ser el cabeza de lista, fue expelido sin contemplaciones de su formación por tratar de nombrar a una asesora en contra del criterio de la dirección y de su compañera de filas, Eva Crisol, y condenado a vagar por el mundo cuántico como electrón sin núcleo.

Una redención política (casi) siempre es bien recibida por el afectado, sobre todo si considera, como es el caso, que se cometió una injusticia y se mancilló su honor. Pero ¡a buenas horas! Casi vuelve al partido cuando ya no existe. En cualquier caso, atentos a la complicada cohabitación con su antigua/nueva compañera Crisol, que ahora es la que ha caído en desgracia ante la dirección, sea cual sea o fuere. Compartir piso tras un agrio divorcio (y más si es político) tiene sus complicaciones. En este caso no hay hijos por medio, pero sí la portavocía y una cuestión de rango (que tiene su traducción económica).

Es posible que García-Ontiveros no tuviera que pasar por unas primarias si eventualmente es propuesto para encabezar de nuevo la lista municipal de su recobrado partido el 28-M (si es que quedan militantes para completarla), con lo que en ese supuesto se ahorraría las elecciones internas que tanto gustan a algunas formaciones políticas. Sobre todo a las de izquierda, impulsoras y víctimas a la vez de este proceso, cuyo efecto perverso muchos de sus promotores reconocen en privado aunque no tanto en público.

Por ejemplo, la candidata electa y dirigente de Compromís Aitana Mas, quien tras haber abierto la coalición sus primarias a tothom i totadon, y verse sobrepasados por los acontecimientos, ha reconocido que habrá que hacer algo para mejorar el sistema. O lo que es lo mismo: que vote solo la militancia, como antes. O más rápido aún, que decida (democráticamente, eso sí) la dirección orgánica en base a méritos, paridades, cuotas y otros elementos aleatorios inherentes a la formación tripartita. Incluso dejarlo en manos de los algoritmos de la Inteligencia Artificial (IA).

Salvado ese trance y tras mostrarse de nuevo todos juntos y en germanor en pos del bien común y el interés mutuo, Compromís tiene ahora por delante la no fácil tarea de ver si integran a otras fuerzas de izquierda (Podemos, EU…) a partir del número 4, con los tres primeros puestos supuestamente decididos tras las votaciones: la actual portavoz municipal, Esther Díez, Marian Campello y el otro edil, Felip Sànchez. El acuerdo sería más que por afinidad programática, por una cuestión práctica: sumar votos que de otra manera probablemente se perderían.

Sin embargo, experiencias pasadas demuestran que no siempre las uniones suman en política, al menos lo que se supone que deberían. Por las matemáticas sabemos que en las estructuras algebraicas existen semigrupos con propiedad cancelativa izquierda y que a partir de una equivalencia en una operación binaria, se puede cancelar el elemento de una y deducir la igualdad (a + c = b + c, entonces a = b y a la inversa). Así que ojito.

Mientras en Compromís siguen dándole a la calculadora científica y repasando la letra pequeña del Pacte del Botànic, el PSOE ha entrado en acción con sus propias primarias. Aunque haya candidato a la Alcaldía, en la figura del actual titular, Carlos González, hay que elegir otros 26 nombres para la lista municipal, más los suplentes. Pero en este caso nada de abrirlo a la sociedad ni armar el guirigay que se ha montado en las votaciones de Compromís; los socialistas lo hacen a la manera tradicional, entre sus afiliados. Luego la ejecutiva, con Alejandro Soler al frente, corregirá las desviaciones oportunas, en este caso aplicando otro principio matemático, el conmutativo, que sostiene que el arreglo de los sumandos no modifica el resultado (a + b = b + a).

El grupo municipal del PSOE de Elche junto a Alejandro Soler y Ana Marchante, por el tercer aniversario del gobierno

El grupo municipal del PSOE de Elche junto a Alejandro Soler y Ana Marchante, por el tercer aniversario del gobierno / ANTONIO AMOROS

O sea, que el resultado de la votación es el que es, pero la lista la hará el aparato. Recuerde el alma dormida que hace cuatro años la persona candidata más votada por la militancia, el concejal Héctor Díez, acabó el noveno en la lista municipal (el PSOE tenía ocho concejales, o sea que pueden hacerse una idea de la tesitura. Esto viene a ser como el festival de Eurovisión, en el que una cosa es el voto del público y otra el del jurado profesional, que puede pasarse por el forro el sentir popular.

No siempre ha sido así. Hubo un tiempo pretérito (cuando Diego Maciá era secretario general) en que la ejecutiva socialista cerraba el sábado por la mañana la lista oficial y por la tarde se aprobaba en asamblea, con mayor o menor contestación por parte del sector crítico del momento, con nulas opciones de los disidentes de meter baza. Con el regreso de Soler a la secretaría general la operativa ha cambiado. La militancia vota los nombres de los aspirantes a candidatos (propuestos en su mayor parte por la propia ejecutiva) y la dirección hace la lista a su antojo unos días después. Mucho más democrático y participativo, dónde va a parar.

Ajeno al mundanal ruido de las primarias a su izquierda, Pablo Ruz sigue inexorable su camino hacia lo alto de la torre del Consell municipal, sumando fichajes de renombre (es un decir) y desplegando carteles de precampaña. Aunque ya puso otros el año pasado anunciando que es el candidato del PP, tiene que insistir porque sin la visibilidad que da el proceso de elecciones internas, no todo el electorado lo sabe. Así que ya está en las vallas, desde las que asegura a la ciudadanía en general que se puede confiar en él, y no como con los malcarados Pedro Sánchez y Carlos González que acompañan (en tétrico blanco y negro) la sonriente efigie colorista del líder popular local con espectacular tupé.

Y es que la sonrisa parece que será la clave de la campaña del PP, por lo visto en Ruz y el candidato a la Generalitat, Carlos Mazón. El también presidente de la Diputación nos invita desde otras tantas vallas a sonreír porque el cambio está en camino (otra vez). La sonrisa está sobrevalorada, pero cualquier político y política que se precie y aspire a hacer algo en unas elecciones debe hacer gala de ella, junto con la visita a los mercados, las caricias (con control paterno y de la fiscalía de menores) a niños en edades tempranas y la partida de dominó con los yayos del lugar. Ya lo apuntaba en una de sus canciones Lluís Llach, cantautor metido a vinatero y frustrado prócer independentista: «I amb el sonriure la revolta». Aunque no creo que los candidatos populares estén pensando precisamente en causar ese efecto, cuidado con sonreír demasiado.

En fin, atentos a los estados cuánticos, que ya estamos en Cuaresma.