Opinión

Gracias, Inma

Inmaculada Rodríguez-Piñero.

Inmaculada Rodríguez-Piñero. / Fernando Bustamante

En el curso de la conferencia magistral que impartió el 11 de marzo de 2023 en València, Inmaculada Rodríguez-Piñero, tras ser presentada por Ximo Puig, la eurodiputada recordó la importancia del multilateralismo para articular la necesaria gobernanza global, la necesidad de reforzar la potencia económica de Europa, y también de aumentar su gasto de defensa en Europa, entre otras ideas-fuerza. Defendió los logros de la UE durante la legislatura 2019-2024, entre los que se encuentran la compra mancomunada de vacunas y el Plan de Recuperación frente a la pandemia (ambas ideas del PSOE), así como el Pacto Verde contra el cambio climático, si bien recordó que éste no puede implementarse sin contar con agricultores, ganaderos, y pescadores. En definitiva, Inma nos ofreció con brillantez una cosmovisión progresista y a la vez realista ante las elecciones europeas del 9 de junio, en las que hay que evitar, como ella misma dijo, una alianza de la derecha con la ultraderecha, tal y como se logró en España el 23 de julio de 2023.

También nos anunció que no volvería a ser candidata al Parlamento Europeo, cerrando así un ciclo de diez años brillantes de servicio a los valencianos, a España, y al conjunto de la ciudadanía europea. Como compañero suyo en la Eurocámara, puedo atestiguar su valía, su compromiso y su dedicación con la defensa de una Europa más unida y progresista. Inma viene desempeñando cargos relevantes, como el de portavoz del grupo de los Socialistas y Demócratas en la muy importante Comisión de Comercio Internacional, donde se fraguan los tratados de libre comercio y de inversiones, de especial interés para la Comunitat Valenciana, por la importancia de su agricultura y también por su carácter exportador. La eurodiputada valenciana ha luchado incansablemente por establecer un nuevo paradigma de progreso para los tratados comerciales, que se ha abierto camino, el cual requiere establecer cláusulas de carácter laboral y medioambiental, de modo que no se importen productos fruto de la explotación de los trabajadores y del ecosistema, lo que además constituye competencia desleal. Estos acuerdos comerciales, llamados de «nueva generación» abren el camino a un comercio internacional libre, pero también justo. Inma se ha distinguido en el impulso de este nuevo enfoque con carácter general, y particularmente en acuerdos como el de Chile y Vietnam, además de reclamar la introducción de la norma de Diligencia Debida para que las empresas multinacionales respeten los Derechos Humanos en los países en vías de desarrollo. Rodríguez-Piñero ejerce hasta el final de la legislatura 2019-2024 dos cargos más de gran importancia, la presidencia de la Delegación para las Relaciones con Chile, y la presidencia de la Conferencia de presidentes de delegaciones con países y regiones terceros, puestos clave en la Eurocámara ya que la diplomacia parlamentaria es una de las actividades más intensa y característica de nuestra institución.

Con todo, la aportación de Inma no se ha limitado a contribuir a la redacción y aprobación de normas generales para toda la UE en las comisiones parlamentarias en Bruselas y Estrasburgo, o las relaciones con países terceros, sino que además ha actuado con eficacia como eurodiputada territorial, centrándose también, y en particular, en la defensa de los intereses de la Comunitat Valenciana y de sus sectores productivos, tales como el agrícola (los cítricos en particular, caso de las naranjas sudafricanas), el transporte marítimo, el calzado, o la cerámica. También desempeñó un papel determinante en convencer a la Comisión Europea de que levantara la prohibición de hacer cine en la Ciudad de la Luz, junto al entonces secretario autonómico de para la UE, Joan Calabuig (también antiguo eurodiputado).

Asimismo, de Inma hemos aprendido, entre otras muchas cosas, que tenemos, sí, una unión arancelaria, pero no todavía una unión aduanera, en la medida que no se aplican, desgraciadamente, los mismos controles en el Puerto de Valencia, y en el de Rotterdam. Alcanzar esa unión europea de las aduanas ha de seguir siendo uno de nuestros objetivos faros como eurodiputados valencianos, porque nos va mucho en ello.

Quiero concluir este somero análisis sobre el trabajo de Inma en el Parlamento (se podrían por supuesto contar otros logros, y más detalladamente) con una descripción de su personalidad. La eurodiputada es universalmente reconocida no solo por su competencia y capacidad de trabajo, sino también por su bonhomía y buen carácter, con independencia de la afiliación política. Yo, como tantos otros en el Parlamento Europeo, me he beneficiado personalmente de su apoyo, en iniciativas relativas al Premio Ciudadano Europeo para Carlos San Juan, el sector pesquero, o a las ZBE vacías de contenido en Alicante y Elx, pero también y sobre todo de su experiencia, simpatía, y amistad.

Dicho todo esto, Inma ha dejado bien claro que «no se jubila» (menos mal). Estoy seguro de que seguirá de cerca lo que pase en las instituciones europeas, aportando su consejo y análisis, por lo que los de la siguiente generación de socialistas y europeístas no dejaremos de enriquecernos de su persona. Igualmente, seguro que podremos contar con ella también en el Movimiento Europeo y la Unión de los Federalistas Europeos (UEF). En todo caso, ¡muchas gracias Inma!