Parque para perros, no de perros

Emilio Martínez Hernández

En el popularmente llamado parque para perros, en PAU 5, sigue llamando la atención la convivencia entre los numerosos perros y personas. En él se conjugan, de forma armónica, juegos y paseos, con ausencia total de conflictos en una agradable experiencia, especialmente para los que tenemos este animal. Compruebo, sin embargo, cómo se debe a la propia configuración del parque. La gran ágora central semicircular hace de canalizador de toda esa dinámica y solo cuando ésta desaparece (ahora está siendo remodelada y por tanto cerrada) aparecen los problemas que pueden surgir en cualquier parte. Es frecuente ver cómo la gente que pasea por sus caminos, corre o simplemente disfruta de sus sombras, ve interrumpido su disfrute por propietarios de perros que lanzan la pelota justo delante teniendo que esquivar a los animales que la persiguen, que un grupo de personas y perros bloqueen los pasos, en ocasiones con peleas, o que aquellos queden sueltos en las vías amagando con atacar a quien pasa por su lado. Lo he vivido a lo largo del último mes. Hace dos días fui mordido por un perro cuando hacía ejercicio por sus caminos (son los que no se respetan). Los perros no pueden tomar por completo cada rincón y vías de paso sin respetar, al menos, éstas. El Ayuntamiento ha de observar y evitar estas situaciones, pues se repetirán. No puede ser que un espacio, ejemplo de parque para perros, se convierta en uno de perros, insolidario por culpa de unas pocas personas.