Se apaga la bonhomía sarcástica

El conseller de Cultura, Educación y Ciencia durante la etapa de Joan Lerma, ha fallecido hoy en Alicante a la edad de 80 años

El ministro de Cultura Jordi Solé Tura, Antonio Escarré y Emilio Soler.

El ministro de Cultura Jordi Solé Tura, Antonio Escarré y Emilio Soler. / INFORMACIÓN

Emilio Soler

Emilio Soler

Una vez, hace muchos años, al compositor Héctor Berlioz le desapareció una cantata que llevaba anotada para su estreno y un magnífico sombrero recién comprado. La cantata, apareció pero nunca el sombrero. Hoy, con la triste noticia del fallecimiento de mi amigo Antonio Escarré, ha sucedido todo lo contrario. Él ya no estará con nosotros para echarnos unas risas y lamentar el gol fallado por Piqué que nos hubiera dado el pase a la Copa. Pero sí recordaremos su bonhomía sarcástica; sus paellas cocinadas con buena gamba en el patio de Rabasa; su pasión por el hockey hierba que trató de inculcarnos a muchos pero que chocó con este servidor porque el miedo a la dura bola o a un esticazo rival me echó para atrás; sus clases en la UA como profe de bichos y cosas similares; sus narraciones sobre largas estancias en Guinea y Cuba, países a los que tanto amó; sus excursiones veraniegas con Lurdes por las montañas leonesas; los tiempos en que compartimos escaño en les Corts Valencianes o cuando nos peleábamos amistosamente por el programa de Música’92 cuando él era el jefe en la Consellería de Cultura y yo, rebelde sin causa, a lo James Dean, trataba de convencerle de las bondades de las bandas musicales de nuestra comunidad. Las dos Lurdes, Mari Carmen, Juan y Roberto hoy se han despertado, como un servidor y millones de sus muchos amigos con el adiós de Antonio. Pero, como dejó compuesto Berlioz en su “Sinfonía fantástica”, con subtítulo de ‘Episodio de la vida de un artista’, su recuerdo permanecerá entre los que lo conocimos y lo quisimos. Que no es poco.