Análisis | Obras al ritmo que marca Barcala

El cumplimiento escrupuloso de los plazos en la vuelta al tráfico a Mártires de la Libertad contrasta con los retrasos acumulados en el resto de grandes actuaciones  

Barcala, cono en mano, en la reapertura al tráfico de Mártires de la Libertad, el pasado 1 de septiembre

Barcala, cono en mano, en la reapertura al tráfico de Mártires de la Libertad, el pasado 1 de septiembre / ALEX DOMINGUEZ

C. Pascual

C. Pascual

Ni se cotizaba en las casas de apuestas que el tráfico regresaría a la fachada litoral de Alicante el 4 de septiembre, si no antes. Se daba por hecho que, después del caos en la circulación ocasionado este verano por el controvertido corte total del frente litoral durante los meses de julio y agosto, en plena temporada alta para el sector turístico, los vehículos volverían a transitar por Mártires de la Libertad en tiempo y forma. Y así ha sido. Era un reto, el reto, del gobierno municipal liderado por Luis Barcala, un ejecutivo poco dado a cumplir con los plazos previstos. De hecho, que una obra, al menos por ahora, se haya ajustado a lo marcado es toda una excepción. 

Tal era, para el gobierno local, el éxito de cumplir el plazo anunciado para Mártires de la Libertad que el propio alcalde de Alicante, Luis Barcala, acudió al instante en el que se reabrió al tráfico la avenida que circula paralela al paseo de la Explanada. Y no solo estuvo, sino que hizo lo más parecido al tradicional corte de cinta. El regidor popular se dirigió al cono que impedía simbólicamente el tránsito de vehículos y se encargó de apartarlo, dejando así vía libre al tráfico. El gesto contó con el apoyo (aplauso, incluido) de su séquito, incluido el vicealcalde y los concejales de Turismo y Seguridad. 

Y eso que la actuación no ha supuesto ninguna revolución para la ciudad, ya que los más de 2,5 millones invertidos (tras aprobarse esta semana un sobrecoste de aproximadamente medio millón de euros) han servido principalmente para construir una mediana de 1,5 metros con el objetivo de reducir mínimamente el ancho de los carriles, sin ganar ni un metro para el peatón, sin más ambición que plantar un puñado de palmeras en el centro de la carretera y presumir que, así, se «refuerza el sombraje». Pero, con todo, para Barcala cumplir ese plazo era un desafío. Era consciente de que arrancar septiembre con el litoral cortado agravaría el caos en el tráfico del verano. Así que se afanaron todo lo posible para «reinaugurar» el paseo antes incluso de la fecha prevista. Fueron apenas tres días, con un fin de semana por medio, pero bastaba. Se abría antes de la jornada oficialmente marcada, que era al fin y al cabo lo que se buscaba.

Y es que esta obra, por su simbolismo para Barcala ante la polémica que ha generado a su alrededor (desde el coste, a la falta de ambición a la decisión de cortar todo el tráfico en pleno verano), ha demostrado que cuando se quiere, se puede. Que cuando el gobierno municipal se fija el objetivo de cumplir un plazo, se cumple. Aquí no ha habido lugar para ninguna de las excusas (argumentos, para los puristas) a las que el gobierno se ha agarrado durante los últimos meses para justificar los continuos retrasos en la inmensa mayoría de las actuaciones urbanísticas que se han ido (o se están) llevando a cabo en la ciudad. 

De hecho, no hay que ir muy lejos para detectar un incumplimiento de plazo. El último de tantos. Las obras en la plaza de Canalejas iban a finalizar el pasado 16 de agosto, tal y como anunció el Ayuntamiento en un comunicado público. Por ahora, sigue cortada. De hecho, esa fecha no es solo una promesa, es la que oficialmente se recoge en el último acuerdo sobre el proyecto de Mártires de la Libertad que ha pasado por Junta de Gobierno local.

También este pasado martes, el ejecutivo de Barcala aprobaba un reajuste de los plazos en la reurbanización de Marqués de Molins, una obra que arrancó en enero, que debía finalizar en junio y que aún anda en marcha. En esa misma fecha arrancó la actuación en la plaza Músico Óscar Tordera Iñesta, cuyo plazo de ejecución venció en mayo, luego en junio, después en julio y todavía sigue con operarios. En la vecina plaza de San Antonio, los trabajos se iniciaron el pasado enero y, tras una primera ampliación, debían estar listos a mediados del mes de julio. Igualmente, la reurbanización de la calle Sevilla, que echó a andar también a principios de año, debía finalizar (ampliación mediante) antes de terminar junio. 

Entre esa obras que incumplen las fechas destaca también, por su afección en el tráfico, el eje Jijona-Maestro Alonso, que empezó a finales de 2022 y que, pese a tener un plazo de seis meses, no ha finalizado, ni se vislumbra su final. En esa línea, sobresale igualmente la obra en Ramón y Cajal, junto a Canalejas, que empezó en septiembre de 2022 con un plazo anunciado de seis meses. 

Para detectar la próxima fecha marcada en rojo en el calendario del Ayuntamiento no hay que mirar muy lejos. A mediados de este mes de septiembre debería finalizar, según lo marcado, la tercera fase de la reurbanización de la Explanada. Sin embargo, en el conocido fondo de saco todavía queda mucho por hacer, tras ocho meses de trabajos, a priori, ininterrumpidos. 

En breve, a lo largo de octubre, Barcala aseguró que reabrirá Federico Soto, que cerró tras las Hogueras dentro de las obras en el eje Marvá-Gadea. Esa fecha es otra, o debería ser, de las subrayadas en los despachos de Alcaldía, dado que ese corte mantiene la avenida de la Estación copada de autobuses, con su efecto sobre el tráfico privado. 

Para retrasos, eso sí, los que acumuló Padre Esplá, manteniendo la circulación cortada en un eje clave para barrios populosos como Carolinas o El Pla, o Constitución, una obra que según admitió recientemente todavía no se ha recepcionado, y eso que empezó en enero de 2022 y, a priori, iba a durar seis meses. En esos retrasos se movió también la mejora del Mercado de Carolinas, pese a las pérdidas económicas que ocasionó a los placeros. Directamente sin fecha esperan que se retomen los trabajos en San Blas, el PAU 2 o Lo Morant. Ahí, mejor aguardar sin prisas. Ahí se va a otro ritmo.