La mortalidad baja en Alicante en 2023 pero los virus dejan un repunte notable al término del año

La provincia registra en los últimos doce meses 17.529 decesos, 463 menos que en el ejercicio anterior y con solo dos picos importantes, uno en febrero y el otro a partir de finales de noviembre

Un cementerio de la provincia de Alicante durante la pasada festividad de Todos los Santos.

Un cementerio de la provincia de Alicante durante la pasada festividad de Todos los Santos. / Tony Sevilla

El año 2023 terminó en la provincia de Alicante con una mortalidad menor que la de 2022, el primer descenso importante que se produce en este fenómeno demográfico tras la irrupción de la pandemia de coronavirus hace ya prácticamente cuatro años. Según las estimaciones provisionales que ha dado a conocer hace muy pocos días el Instituto Nacional de Estadística (INE), en las 52 semanas naturales que van del 27 de diciembre de 2022 al 25 de diciembre de 2023 fallecieron en la provincia 17.529 personas. No solo es el dato más bajo desde 2020, sino que la bajada es notable en relación a 2022, con 463 decesos menos, un 2,57% en términos relativos.

Ahora bien, sigue siendo una cifra alta, muy por encima de la registrada en 2019, cuando se contabilizaron 15.853 muertes, e incluso algo superior a la de 2020, en que se registraron 17.395. Es decir, la mortalidad continúa siendo bastante más elevada que antes de la pandemia y que en las primeras oleadas de covid. Conviene tener presente que la provincia de Alicante se vio especialmente afectada por la tercera ola de la crisis sanitaria y que el pico de muertes por coronavirus se produjo a principios de 2021, con datos que, afortunadamente, no tienen parangón con los que se han producido después. Con todo, las cifras muestran cómo la salud pública no ha llegado a restablecerse por completo.

Entrada al área de Urgencias de uno de los hospitales de la provincia.

Entrada al área de Urgencias de uno de los hospitales de la provincia. / Juani Ruz

El pico de muertes en 2023 se produjo en la semana del 21 al 27 de noviembre; en esos siete días fallecieron 444 personas. Este número queda muy lejos de los 762 decesos que se registraron hace justo ahora tres años, entre el 12 y el 18 de enero de 2021, en lo peor de la tercera ola de la pandemia, y también de los 507 que se alcanzaron al principio de la crisis, entre el 24 y el 30 de marzo de 2020. Eso sí, queda muy parejo con la oleada de contagios de coronavirus de inicios de 2022: entre el 25 y el 31 de enero de ese año hubo 448 muertes. Y lo que es más importante: desde entonces hasta la citada semana del 21 al 27 de noviembre no habían fallecido tantas personas en un periodo de siete días.

Si 2023 ha terminado con más muertes que 2020 ha sido en parte porque, si bien no se ha alcanzado un pico tan alto como en el inicio de la pandemia, se han dado varios episodios no tan fuertes pero sí importantes. Y lo que es peor, el año ha acabado con una tendencia al alza. En este caso ya no se trata exclusivamente de covid, sino también de gripe y otros virus respiratorios, que en las últimas semanas han tenido una incidencia bastante elevada y que han supuesto un mayor número de ingresos hospitalarios, aunque sin llegar a niveles de alarma como los que se vivieron en marzo de 2020 o enero de 2021.

Acceso de Urgencias de otro centro sanitario.

Acceso de Urgencias de otro centro sanitario. / Áxel Álvarez

Entre el 7 y el 13 de febrero se registraron 429 muertes, el segundo dato más alto de año, que se corresponde con el momento de mayor presión sanitaria del pasado invierno. Esta vez, la situación de crisis se ha adelantado, y se ha pasado de los 323 decesos en la primera semana de noviembre a 391 entre el 7 y el 13 de ese mismo mes, hasta los citados 444 fallecimientos entre los días 21 y 27. Después hubo una pequeña bajada, pero la tónica ascendente volvió a partir del 11 de diciembre y ya no ha remitido; entre el día 19 y el de Navidad, el último contabilizado hasta la fecha, perdieron la vida 408 personas, uno de los datos más elevados del año.

Cabe recordar, en este sentido, que los virus respiratorios han hecho que se saturen los servicios sanitarios de Urgencias estas Navidades, con picos de asistencia en varios hospitales de la provincia. Entre esos virus se encuentra el covid, sobre el que merece la mena hacer hincapié en que no ha desaparecido, sino que la resistenia hacia él ahora es mayor y por eso la gran mayoría de las veces se presenta con cuadros leves. El hecho de que la mortalidad continúe siendo mucho más alta que la de 2019 es bastante revelador en este aspecto.

Mayores más protegidos

El INE ofrece las cifras provisionales de defunciones desglosadas por edades, lo que, en el caso concreto de la provincia de Alicante, permite observar cómo donde más ha descendido la mortalidad ha sido justo entre los más mayores. A lo largo de 2023 han fallecido 3.843 personas con más de 90 años, 277 menos que el año anterior. Con edades comprendidas entre los 80 y los 89 años han muerto 5.903 personas, que también supone un descenso de 175 en relación a 2022. Eso sí, ambas cifras, que en términos absolutos son altas, superan ampliamente a las de 2019.

Personas mayores tratando de hacer frente al calor el verano pasado.

Personas mayores tratando de hacer frente al calor el verano pasado. / Áxel Álvarez

La elevada proporción de mayores de 80 años sobre el total de muertes revela, por una parte, que la población es cada vez más longeva, y el aumento de los decesos frente a los ocurridos en 2019 también recuerda que este colectivo presenta una especial vulnerabilidad ante circunstancias de crisis sanitaria como el covid u otros virus respiratorios. Ahora bien, el importante descenso de los fallecimientos en el último año también deja ver que los más mayores están también más protegidos, tanto por acciones de salud pública como la vacunación como por métodos de prevención que ellos mismos ponen en práctica como el uso de mascarillas en el día a día.

Picos de muertes en verano que reflejan el impacto del calor

Más de 2.300 decesos entre mediados de julio y finales de agosto. El gráfico de fallecimientos durante 2023 muestra también varias puntas a lo largo de las semanas de verano. Con menos evidencia que en 2022, pero de manera mucho más clara a lo ocurrido en ejercicios anteriores. Entre el 11 y el 17 de julio murieron en la provincia de Alicante 354 personas, haciendo de esa semana una de las de mayor mortalidad de todo el año. La semana anterior ya habían muerto otros 346 hombres y mujeres, y entre el 15 y el 21 de agosto se registró otro pico de 345 óbitos. En medio, ninguna semana bajó de los 300.

En 2022, la situación fue aún más grave, tal y como publicó este periódico. Entre el 19 y el 25 de julio de ese año se alcanzaron las 406 muertes, además de 395 y 384 en las dos anteriores y 396 en la posterior, datos muy superiores a los que se registraron en los veranos de 2020 y 2021, en plena pandemia. El sofocante calor que hizo ya desde principios de junio fue seguramente fundamental para el elevado número de fallecimientos. En 2023 las temperaturas fueron menos extremas, pero constantemente altas a lo largo de todo el verano, lo que explica también que la mortalidad estival haya vuelto a ser muy alta. En este caso, no obstante, sí hubo algunos decesos más en agosto de 2020 y de 2021.

Así, los números reflejan de forma bastante evidente que, junto con las enfermedades, provocadas por virus o por otras circunstancias, el calor será uno de los grandes condicionantes de la salud pública en los próximos años. Y sus consecuencias pueden llegar a ser tan difíciles de afrontar como las de otras crisis sanitarias, aunque en este caso sí se pueden aplicar medidas de prevención con mayor facilidad y antelación. Será necesario, eso sí, estar preparado ante la llegada de estos fenómenos de calor extremo.

De las 2.313 muertes registradas en la provincia de Alicante entre el 11 de julio y el 21 de agosto del año pasado, 520 correspondieron a personas que tenían más de 90 años, y otras 753 tenían entre 80 y 89 años. Es decir, más de las mitad de los fallecimientos que se produjeron en esas siete semanas se dieron entre hombres y mujeres de más de 80 años, una proporción similar a la del conjunto del año. Las cifras redundan en la obviedad de que las personas mayores son mucho más vulnerables ante coyunturas negativas, en este caso situaciones de calor extremo. Pero precisamente por tratarse de algo obvio, será necesario que las administraciones inciden aún más en la necesidad de tomar medidas de prevención para proteger a este colectivo.