RETRATOS URBANOS

Siempre fue rebelde

Llum Quiñonero Hernández ha participado activamente en movimientos estudiantiles y políticos desde principios de los años setenta

Llum Quiñonero

Llum Quiñonero

Pepe Soto

Pepe Soto

Llum Quiñonero Hernández (Alicante 1954) es hija de un revisor de trenes que acabó regentando la carpintería de aluminio propiedad del suegro; la madre bastante tenía con mantener a sus criaturas. Los Quiñonero Hernández son originarios de Lorca. Su abuela paterna, Juana Ramírez, abandonó a su marido y marchó con sus tres hijas a Nador (Marruecos), por amor o por lo que sea, acompañada de un hombre que dejó a su familia. Tras la aventura se establecieron en Alicante.

Desde joven participó en el movimiento estudiantil. En 1973 fue detenida y procesada por asociación ilícita por el ya, con fortuna extinguido, Tribunal de Orden Público y expulsada de la facultad de Filosofía y Letras del Centro de Estudios Universitarios (CEU). En 1974 ingresó en el Movimiento Comunista del País Valenciano (MCPV), del que fue dirigente y encabezó el primer grupo feminista alicantino, «Grupo de Mujeres de Alicante», coordinado con otras organizaciones de la provincia y de más lejos. El 6 de octubre de 1977, mientras pegaba carteles junto a Llum, Juan Ángel Torregrosa y Javier Álvarez en la plaza de los Luceros para conmemorar el primer Día de la Comunitat Valenciana, fue asesinado Miquel Grau (Rafal, 1957-Alicante, 1977). Quiñonero encabezó la acusación particular en el juicio contra el responsable de su muerte, el militante de Fuerza Nueva Miguel Ángel Panadero Sandoval, que fue procesado, declarado culpable y absuelto por el gobierno de UCD, en mayo de 1979.

Fue candidata con el MCPV en dos ocasiones: en las elecciones municipales de 1979 y en los comicios generales de 1982 de cabeza. En 2015 consiguió el acta de diputada autonómica integrada en la candidatura de Podemos.

En 1980 fue encarcelada y condenada bajo la acusación de agresión a la autoridad cuando un 14 de abril la policía retiró un puesto con propaganda y banderas republicanas. Un agente la acusó de atentado a la autoridad al recibir un mordisco en un dedo. Llum fue condenada a prisión, pena que cumplió en libertad condicional. Su abuela Juana siempre la sacó de las listas de posibles «delincuentes políticos» en la dictadura y algo más tarde. La mujer se presentaba en zapatillas en rancios despachos de los juzgados de Benalúa para que borraran su nombre. Lo consiguió varias veces.

El 20 de agosto de 1982 la revista Actual hizo público el listado preparado por los golpistas del 23 de febrero de 1981 de personas que estaban dispuestos a fusilar. Entre esos nombres estaba el de Llum Quiñonero, entre otros generosos rebeldes.

Se licenció en Historia por la Universidad de Alicante. En 1982 se trasladó a Madrid. Trabajó como editora y reportera en diferentes medios del Grupo 16 (revistas Cambio 16, Viajes National Geographic Marie Claire , Sobremesa), en el diario publicó sus cosas en El Mundo y en la revista Sobremesa, entre otras. Colaboró también con la redacción del diario Liberación, fundado en Madrid, 1984, en diferentes publicaciones y guías de viaje y en otros lares. Nuevo destino. En Barcelona residió entre 1995 y 2004. Comenzó a investigar sobre la memoria de las mujeres republicanas, socialistas, anarquistas y comunistas. Contactó con las sobrevivientes como Rosa Cremón, Concha Liaño, Trinidad Gallego, entre muchas.

Ha dedicado buena parte de su vida laboral a la comunicación, a escribir, a contar historias. Ha escrito varios libros: Las luces del mar (2003), La soldado de Quiñoà (2004), Nosotras que perdimos la paz (2005), La sombra del horizonte (2006) y Miquel Grau (2019). También ha sido coautora en diversas publicaciones y documentales, como Colombia, la guerra que no existe (2010) y Mujeres del 36. Desde 2015 ha investigado, publicado artículos y ha impartido conferencias sobre el Patronato de Protección a la Mujer, que entre 1941 y 1985 internó a decenas de miles de mujeres jóvenes en sus más de 900 centros del país.

Regreso a Alicante. Siempre ha sido una mujer implicada en el activismo feminista y cultural, con experiencia sentimental y siempre amable. Pero, además, dio un paso a la política institucional. «Un periodo de trabajo duro y de importante aprendizaje». Estamos en 2011. En plena crisis económica. En tiempos de 15-M se produce una movilización ciudadana que incorpora a miles de jóvenes y algo mayores. «Fue una respuesta contra los desmanes de la globalización, de la banca en connivencia con la política ultra liberal, los abusos sin freno tras una crisis que dejaba a decenas de miles de familias sin vivienda, sin trabajo, sin recursos. Apenas han pagado por tantas estafas. Se me llevan los demonios cuando pienso en lo que supuso financieramente destruir la CAM y sus infraestructuras culturales y sociales», asegura Llum.

«Habíamos pasado demasiados años siendo testigos de una corrupción con escasa movilización ciudadana para hacerle frente a lo que se vino encima. El 15M dijo basta. Y fue un momento revitalizador, esperanzador». Llum dice que fue afortunada por haber vivido en primera línea los sueños de la Transición y también, claro, las frustraciones que sintió. Se sumó a aquella plataforma social y fue parlamentaria en Les Corts Valencianes durante cuatro años.

Sigue activa. Con sus cosas: observando los cambios vertiginosos de la tecnología y la velocidad de los acontecimientos. «La concentración del poder económico, la derechización política, la guerra misma que estalla ante nuestras narices, el bloqueo del poder judicial y una limitada movilización ciudadana para hacer frente a los abusos de los poderes, incluidos los de la Iglesia. Vemos transformar las ciudades en parques temáticos para turistas, por el centro apenas se puede pasear y el derecho a la vivienda es papel mojado».

¿A quién beneficia este desastre? ¿Cómo hacer frente a este abuso de nuestro entorno? Se pregunta. «Hemos de ser capaces de defender nuestra ciudad, nuestro patrimonio, los espacios públicos. No todo puede ser negocio depredador, plástico, ruido y colorines mientras el poder se concentra cada vez en menos manos». La vida común es otra cosa: «La concentración de poder es el padre de la tiranía».

Vivimos un presente repleto de paradojas: «Discutimos de la amnistía para aquellos que pusieron en marcha un referéndum pero resulta aún inamovible aquella amnistía de 1977 que protege a los criminales franquistas, responsables de muertes, torturas, robos y exilios. Tal freno nos lleva a seguir reclamando justicia para tantas víctimas de la dictadura y aún de la transición, como lo fueron Teófilo del Valle (Sillera, 1956-Elda, 1976) o Miquel Grau».

Feminista y rebelde. Optimista. Se siente feliz y con destreza para sortear en compañía las dificultades que encuentra en cada camino, que siguen. Siempre fue rebelde, con muchos amores.