Opinión | Palabras gruesas
Nosotros, los culpables
Las obras de la Avenida de la Constitución dañan parte del Teatro Principal / Alex Domínguez
Tantos años llevamos buscando culpables de las miserias que vivimos en Alicante que nos hemos olvidado de que nuestros mayores enemigos no andan muy lejos. Ni la cap i casal de València, ni nuestros rivales en Elche ni los denostados madrileños contra quienes llevamos años volcando muchas de nuestras frustraciones y rabias son los máximos responsables de buena parte de los problemas que desde hace años tenemos entre manos. Somos los propios alicantinos, con nuestra pasividad, nuestro relativismo y el abandono sistemático que hemos hecho de nuestra ciudad quienes tenemos que asumir lo que somos, lo que tenemos y en lo que nos hemos convertido.
El último despropósito cometido en Alicante, que arrastra una marea de desaprobación en redes sociales y foros, es la pésima calidad de materiales, trabajos y acabados en las obras de peatonalización de la avenida de la Constitución, uno de los proyectos emblemáticos para este Gobierno municipal de derechas por su centralidad, al tratar de recuperar para los viandantes un eje medular de la ciudad, en línea con los proyectos europeos que financian estrategias de transformación urbana.
La obra, que ha contado con un presupuesto no precisamente reducido de 1,7 millones de euros, ha sido un compendio de la particular manera de hacer ciudad contra los ciudadanos que desde el Ayuntamiento se viene promoviendo desde hace tiempo. La intervención urbana nunca contó con un proceso de participación y consulta púbica, a pesar de su simbolismo, arrastrando retrasos y modificaciones a lo largo de su ejecución. Uno de los más importantes ha sido la eliminación por el Gobierno municipal de derechas de los árboles de la especie melia que flanqueaban la avenida, generando una de las campañas ciudadanas más llamativas en la que se pedía el mantenimiento de estos árboles, por su porte y relevancia, al formar parte del paisaje urbano y emocional de los vecinos.
Concentraciones, movilizaciones y recogidas de firmas no consiguieron mantener estos ejemplares en la calle, que han sido sustituidos por unos famélicos plátanos de sombra que tardarán años en crecer y adquirir una cierta envergadura. Si bien se simuló el traslado de las maltratadas melias a otro parque, en el que hasta la fecha aparecen como simples palotes secos mutilados, contando para ello con un enorme despliegue de la Policía municipal para evitar actos de rechazo, con sanciones incluidas, la misma Policía que nunca aparece en las calles cuando se la necesita. La eliminación de estos árboles en la avenida de la Constitución ha sido todo un símbolo de autoritarismo y aplastamiento de la opinión vecinal sobre un elemento fundamental desde la perspectiva climática, ecológica y de confort para nuestras ciudades, como son los árboles, exterminados en tantos otros sitios de la ciudad por el PP y Cs.
Opinión, por Juan R. Gil: Ni pena, ni gloria
Sabemos que cualquier atisbo de participación vecinal ha sido violentado y ridiculizado por este Gobierno municipal que, en pocos meses, comparecerá en las urnas, con un grado de desprecio y de vulneración de las normativas municipales en esta materia de tal calibre que nos ha hecho retroceder décadas en Alicante, de espaldas a otras muchas ciudades y a lo que exige Europa en las intervenciones que financia.
Y ahora, con la precipitada apertura de la avenida de la Constitución, hemos podido comprobar que el nuevo espacio peatonal es tan duro como agresivo, sin árboles ni especies que den sombra a los paseantes en una ciudad en la que el sol castiga de manera inclemente. Pero lo peor es el mal estado de las losetas colocadas en el pavimento, muchas de las cuales se mueven de manera ostentosa, los numerosos bordes rotos o mellados, los abundantes espacios intersticiales en las juntas y huecos, la pésima calidad de la obra en los remates, tanto bajo las farolas como en los bordes de las calles con las fachadas. Apenas se ha abierto al público y se han tenido que acometer obras de mejora, aunque en algunos casos evidencian, todavía más, la chapuza ejecutada.
El lamentable acabado del pavimento de la Avenida de la Constitución en Alicante / J.A.G.
Lo malo es que en toda la ciudad encontramos tantos ejemplos de suciedad, desidia y abandono que parecería que desde el Ayuntamiento, quienes están al frente del mismo, se dedican a dejar testimonio del maltrato al que someten a Alicante y a los propios alicantinos. ¿Piensan que exagero?
Busquen un rincón sin suciedad ni mugre en toda la ciudad, porque será difícil de localizar. Encuentren un solo parque municipal o jardín en el que no haya desperfectos, mobiliario urbano deteriorado o testimonios de abandono. Aunque la nueva contrata de jardines trata de reponerlos, fíjense en la cantidad de alcorques vacíos o de árboles arrancados de cuajo y sin sustitución que encontramos en las calles. Vayan a la Británica, importante patrimonio histórico, y contemplen su progresivo abandono y los desperfectos en sus accesos, al igual que con algunas torres de la huerta, como sucede con la de El Ciprés, en estado de ruina. Visiten el observatorio ambiental de la Vía Parque, financiado con fondos europeos y abandonado al vandalismo. Observen el nunca terminado parque de la Policía municipal, en la avenida Locutor Vicente Hipólito, sin perspectiva de finalización. Miren tantas zanjas mal tapadas en las calles, tantos cables ensuciando fachadas, tantas vallas publicitarias contaminando visualmente la ciudad.
A pesar de todo, seguimos siendo muchos los que aspiramos a que esta ciudad abandone tanta incuria y recupere su merecido respeto.
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