Proyecto Mastral, siempre atento a las citas históricas vinculadas a fenómenos naturales, fue ayer el que recordó el aniversario. Para la historia quedó como «el terremoto de Torrevieja», pero ni el desastre fue producto de un solo terremoto, ni sus consecuencias se centraron solo en esta población. Se trató en aquella ocasión de lo que los expertos llaman una prolongada serie sísmica que se desarrolló a lo largo de un año-entre 1828 y 1829-, y cuya cota de mayor intensidad -X- se alcanzaría aquel fatídico 21 de marzo. Era un sábado al anochecer, según los que relataron para las crónicas aquel desastre, cuando comenzó la tormenta sísmica que sembró de desolación la fértil huerta del Bajo Segura.

Fue un desastre de ámbito comarcal. Francisco Calvo y Gregorio Canales destacan la destrucción prácticamente total de las poblaciones de Almoradí, Benejúzar, Guardamar y Torrevieja.

Cuatro pueblos arrasados. Catorce parcialmente destruidos. Cuatrocientas víctimas mortales. Más de diez mil personas afectadas. Son algunas cifras históricas de la tragedia. La catástrofe tuvo gran repercusión mediática en la época. Se organizaron colectas solidarias en favor de los damnificados por los terremotos. Se levantó de nuevo la comarca. De aquella historia queda hoy alguna calle dedicada al ingeniero Larramendi, encargado de la reconstrucción, o a San Emigdio, abogado contra «el ímpetu» de terremotos, sobre todo en Almoradí. También, en un pequeño tramo de vial, en las inmediaciones de la Avenida de Las Habaneras, en Torrevieja, la calle Terremoto. La gente prefirió olvidar.