Análisis | Alicante, cerrado por obras en verano

La ciudad se prepara para sufrir atascos "caóticos" por una decisión electoralista de Barcala de hacer coincidir cortes de tráfico en ejes clave

Señales de obras en Mártires de la Libertad, que este lunes quedará cortada íntegramente al tráfico

Señales de obras en Mártires de la Libertad, que este lunes quedará cortada íntegramente al tráfico / Jose Navarro

C. Pascual

C. Pascual

Caprichos que pueden salir caros. Alicante, una ciudad que presume de ser capital turística, cerrada por obras en verano. No lo verán por ahí. La decisión del alcalde, Luis Barcala, de concentrar en los meses de julio y agosto, en temporada alta, actuaciones millonarias de aparente transformación urbana, como la del eje Marvá-Gadea y la de Mártires de la Libertad, seguro que tendrá su coste. Y todo para alejarlas lo más posible de las elecciones, no fuera que las molestias le hiciera perder votos cuando el resultado electoral estaba mucho más en el aire (o eso se pensaba en el entorno del PP).

Puede que al gobierno de Barcala le compense porque las urnas del 28M ya son pasado (y bueno para sus intereses) y para las próximas a nivel municipal faltan cuatro años, lo que supone una eternidad. Puede, sin embargo, que a la ciudad, y sobre todo a un sector clave como el turístico, sí le haga daño, y no necesariamente a corto plazo. ¿Qué imagen se llevará un extranjero de una ciudad que vive del turismo y que se abre en canal en plena temporada alta? ¿Volverá un visitante más cercano, de la comarca o de la provincia, cuando venir a Alicante a pasar el día, para comprar y cenar, sea un suplicio de atascos interminables? Cuesta pensar que el primero se lleve un buen recuerdo de su viaje y que el segundo quiera repetir visita. Eso, según se transmite, da igual en el Ayuntamiento. Por mucho que se repita el mantra, sobre todo en campaña, el interés partidista gana pulsos al general. He aquí un ejemplo. 

Y es que nadie se explica, si se sacan de la ecuación los siempre egoístas cálculos electoralistas, que el Ayuntamiento haya decidido concentrar en julio y agosto actuaciones que obligan a cortar el tráfico en ejes clave para la movilidad interna y para cruzar la ciudad. A la vez. Los atascos que se prevén desde este lunes, cuando al cierre del tráfico de la conexión entre el Jorge Juan y Canalejas se sume el de la fachada litoral, serán de tal envergadura que el gobierno no repara en hablar de una situación "caótica". Ya este viernes, se tardaba una media hora en completar en autobús un trayecto que se suele hacer en diez minutos. Normal el nerviosismo de unos técnicos de Tráfico recelosos siempre de todo, hasta de cortar una calle menor un día del montón. Sus informes han sido el "salvoconducto" político en no pocas ocasiones para frenar proyectos molestos, pero hay intereses con los que no pueden. 

Que las obras se concentrasen en verano, cuando más visitantes recibe la ciudad, no era el plan inicial. Fue el resultado del miedo que siempre provocan las urnas. De hecho, los trabajos en Mártires de la Libertad arrancaron a principios de año con una hoja de ruta distinta a la que se va a ejecutar. Esa obra, en la que se van a invertir unos 2,5 millones para poco más que habilitar una mediana de 1,5 metros que estreche los carriles con el objetivo de que los vehículos reduzcan su velocidad, se iba a realizar por fases, con cortes parciales en la circulación: primero, el carril más cercano al agua (como así fue), después, se dijo que tras Semana Santa, el más próximo a la Explanada, y finalmente los centrales. En total, ocho meses.

Sin embargo, esa planificación obligaba a cortar un carril (de cuatro) en elecciones. Todo un drama, parece ser. Así que se cambió el planning una vez ya estaba en marcha, como cuando se modifican las reglas de juego en pleno partido o unas bases con el jurado a punto de emitir un fallo. Entonces, ya no salían las cuentas porque las obras, si Alicante no quiere además poner en juego millonarias subvenciones europeas, deben estar terminadas este año. Y así fue, por cálculos electoralistas, cuando se decidió cortar la fachada litoral en verano, aunque el contrato estaba adjudicado desde agosto de 2022. Y para asegurarse, según fuentes municipales, Barcala firmó un decreto en el que prohibía obras cuando lo marcaba la calculadora electoral, antes del 28M. 

Las sonadas críticas del sector turístico no hicieron dar marcha atrás esta vez al gobierno local. Así se transmitió en una reunión entre las partes, en la que se dijo que las obras "sí o sí" se harían en verano. La nueva planificación recoge que la circulación volverá al frente litoral a principios de septiembre, aunque los antecedentes (con tantos retrasos como proyectos se han acometido en los últimos años) generan más que incertidumbre. Los "remates" ya se posponen hasta noviembre. Y todo para una obra timorata, como ya advirtieron expertos antes de que los plazos fueran noticia, donde ni siquiera se habilitan dos nuevos pasos de peatones previstos para facilitar el tránsito entre el paseo del puerto y la Explanada ni se retira parcialmente el tráfico de la rotonda de Canalejas, ya que tras la salida de Ciudadanos del gobierno todo se ha reducido a la mínima expresión. 

Algo similar en cuanto a plazos, aunque con menos contestación interna porque las obras estaban bajo el control del PP ya en el pasado mandato, sucedió con el proyecto en el eje Marvá-Gadea. Esa actuación, dividida en fases, se adjudicó entre octubre y noviembre de 2022, pero las máquinas no entraron, salvo en el tramo más superior, hasta este pasado lunes. Y todo por lo mismo: para evitar molestias en un entorno, además, donde el PP suele arrasar en las urnas, como así sucedió también el 28M. Se espera, según el papel, que esos trabajos, en los que Aguas de Alicante también actúa para renovar de la red de agua potable y saneamiento, finalicen antes de terminar este 2023, aunque la previsión inicial, como marca la licitación, era de ocho meses para unas obras que buscan, como se dice ahora, el "calmado del tráfico", es decir, ampliar aceras y poco más. Entre los tres tramos, 6,4 millones de gasto, también cofinanciados por Europa. 

Y puede, si se cumple lo anunciado, que en septiembre haya obras en otra vía clave, en Aguilera, para dar espacio al autobús y, tras incontestables protestas vecinales, al peatón. Una actuación, esta también, que se arrastra desde 2022 y con fecha límite al tener financiación externa.

Mientras tanto, por decisión política, Alicante cierra en verano para obras de dudosa transformación urbana. Y dice ser moderna y turística