Visita del Consell Valencià de Cultura para apoyar la repatriación de los restos de Altamira

Acto emotivo, muy institucional y definitivo para conseguir, a propuesta del alcalde de El Campello, Juanjo Berenguer, que los restos mortales del humanista Rafael Altamira y su esposa, Pilar Redondo, sean exhumados de su sepultura en México DF, incinerados y trasladados al camposanto de El Campello, donde reposan sus padres y suegros y donde el ilustre jurista español dejó escrito que quería descansar.

El Consell Valencià de Cultura (CVC), se reunió en pleno y con carácter extraordinario en El Campello, y todos sus integrantes respaldaron de forma inequívoca la iniciativa, valorando la conveniencia del traslado para hacer justicia a la memoria del jurista. A la sesión acudieron dos de los bisnietos de Altamira (Ignacio y Rafael), y decenas de personas muy representativas del mundo cultural, académico y político de la provincia de Alicante.

La sesión comenzó pasadas las 12 de la mañana, con un salón de actos de la biblioteca pública municipal -que lleva el nombre de Rafael Altamira-, absolutamente lleno. Presidieron el pleno extraordinario la presidenta en funciones del CVC, Dolors Pedrós; el alcalde de El Campello, Juanjo Berenguer; el secretario del Consell Valencià de Cultura, Jesús Huguet, y la concejala de Cultura campellera, Dorian Gomis. El resto de butacas estaban ocupadas por los otros 17 miembros del CVC.

Presencia de Ximo Puig

Al final de la sesión se sumó a la jornada el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, que hizo suyo el apoyo institucional para conseguir el objetivo: la repatriación. Antes que él, ya habían dado su soporte al alcalde Juanjo Berenguer y al Ayuntamiento de El Campello (que apoya la iniciativa en pleno) el presidente de la Diputación de Alicante, Carlos Mazón, y la consellera de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica, Rosa Pérez Garijo.

Juanjo Berenguer, en su discurso, expuso en qué situación se encuentra el proceso de repatriación, que está siendo muy farragoso por la necesidad de poner de acuerdo a dos gobiernos, a la familia Altamira y a una inmensa burocracia que implica una misión de estas características.