Hasta el último suspiro antes de la inauguración del mercadillo de artesanía, primera actividad de la XXI edición del Festival Medieval de Elche, se dudaba de que se pudiera llevar a cabo a causa de la lluvia que, de hecho, no dejó de caer hasta que comenzó el pregón. Ya desde primera hora de la mañana, mientras se desarrollaba la mayor parte del montaje con los propietarios levantando sus tenderetes enfundados en chubasqueros, los propios promotores del Festival y la Concejalía de Cultura se planteaban si extremar la cautela y posponer su apertura oficial a hoy, o al menos la presencia de los representantes políticos.

Sin embargo, la empresa organizadora del mercadillo, La Fragua de Vulcano, hizo honor a su nombre y se negó a tirar la toalla incluso cuando el agua más apretaba. «O viene Protección Civil y nos dice que hay algún peligro, o nosotros abrir, abrimos», reseñaba uno de sus responsables a las 18 horas, momento en el que hasta tronaba.

Y así fue. Nada les frenó. A las 19 horas, tres divertidos bufones se plantaron en mitad de la plaza del Congreso Eucarístico e hicieron una divertida y escenificada introducción sobre lo que los visitantes podrán encontrar en los diferentes puestos de este mercado con tintes medievales: comida, joyas, juguetes, esencias, bebida, artesanía... También presentaron a las tres compañías de músicos, cabezudos y personajes de época que le darán un poco de vidilla a esta actividad, que seguirá hasta el domingo.

En un principio, debido a los contratiempos climatológicos, se había cancelado la presencia en este acto tanto del alcalde, Carlos González, como de la concejal de Cultura, Patricia Macià. Finalmente, la edil del área, a la vista de que la lluvia comenzaba a remitir y se podía dar el pistoletazo de salida, se acercó hasta esta plaza anexa a Santa María junto al edil de Actividades Económicas, Héctor Díez. También estuvo presente el concejal de Medio Ambiente, Antonio García. Más tarde, de manera informal, se paseó por allí el primer edil.

Aunque abrieron prácticamente todos los puestos, los tenderos no tenían demasiadas esperanzas de que, a nivel comercial, la tarde fuera muy buena y varios de ellos calculaban que verían reducida a por lo menos la mitad la previsión de ventas que tenían para esta primera jornada. No obstante, centenares de personas acudieron a las inmediaciones de la basílica. Eso sí, muchas de ellas con el paraguas en la mano por si las moscas.

En la pulpería y brasería Celia habían optado por poner poco género (salchichas, costillas...) sobre el carbón para que no se les echara a perder. «Lo normal es que nuestra terraza se llene en una hora y no va a ser así. Esperemos que mañana cambie la cosa», explicaron.

Gabriel Gilabert, propietario de un puesto de aromaterapia, apuntaba que el bajón de ventas que iba a experimentar era de como poco un 50%, ya que «la gente cuando llueve no sale». Sin embargo, Gilabert se mostraba optimista. «En definitiva, aunque nos fastidie, es bueno para todos que llueva », dijo.

Las componentes del grupo femenino DeMusica Ensemble trasladaron, por precaución, su concierto de ayer a la Capilla del Convento de Las Clarisas, aunque estaba previsto en el Claustro.