Retratos urbanos

Un alicantino universal

Juan Escarré es entrenador de la selección española de hockey hierba y lleva en su corazón 256 partidos como jugador internacional, seis copas de Europa y tres Olimpiadas: plata y dos cuartos puestos

Juan Escarré ha disputado 256 partidos internacionales, seis copas de Europa y tres olimpiadas.

Juan Escarré ha disputado 256 partidos internacionales, seis copas de Europa y tres olimpiadas.

Pepe Soto

Posiblemente sea el mejor deportista alicantino de todos los tiempos. Su nombre y el de la judoca Isabel Fernández escritos están en una piedra en el pabellón deportivo de la Universidad de Alicante, tal vez por sus 256 partidos oficiales como internacional: seis copas de Europa y tres Juegos Olímpicos, plata y dos cuartos puestos. Y es entrenador nacional de la selección española. Uno de los gurús del hockey hierba, el australiano Ric Charlesworth, autor del libro «El Entrenador», lo coloca entre su once ideal del hockey de la historia y como único español. Fue internacional sin equipo. Entrenó con su hermano y tres amigos en arrabales en dos viejas porterías sin red. Su último partido fue en India, en 2005. Tenía 36 años. Grande de un deporte que aprendió y practicó en familia en un singular barrio, Rabasa.

Juan Escarré Urueña (Alicante, 1969) siempre ha vivido en Rabasa. Hijo del catedrático de Ecología, Antonio Escarré, y de Lourdes Urueña, leonesa, aunque afincada en Alicante desde joven, es el tercero de cuatro hermanos: Mari Carmen y Roberto, algo mayores, y Lourdes, la pequeña de la familia. Asistió a clases en el colegio público La Aneja. Su padre y su tío Salvador corrían sobre la tierra o asfalto con un palo tras la pelota en el Club Atlético Montemar, donde también jugaban los míticos hermanos Torres, casi siempre sobre patines. El bachillerato lo paseó en el instituto Jorge Juan. Involucrado de lleno en el hockey, repitió COU en el IES San Blas. «Estaba en otra cosa», dice. Palo de madera en mano en un deporte exigente que aprendió de su padre desde pequeño en descampados del barrio, primero, y más tarde, en un bancal, ahora situado en el recinto universitario. Ayudaba a quitar piedras y hierbajos del terreno y a marcar, antes de cada partido, los límites del terreno de juego con un carrito cargado de cal para establecer las líneas del juego lo más nítidas posible. Siempre en línea recta.

Su padre, Antonio Escarré (1941-2022), biólogo de carrera y ecologista de devoción, fue impulsor, jugador y presidente del Club Atlético San Vicente. Culto, sincero y comprometido. Un hombre sensato. Fue conseller de Medio Ambiente durante un par de años, a principios de los noventa. Regresó a la docencia y a la investigación naturalista.

Juan trabajó unos ratos como administrativo en la Obra Social de la difunta Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM). Casado con Gracia García-Solera, es padre de dos hijas: Martina (16 años) y Saumya (11), que también dan golpes a la pelota con un palo. Es diplomado en Magisterio en el ámbito de Educación Física. Y tiene plaza como técnico en el área de Deportes de la Universidad de Alicante. Además, para suerte y reconocimiento de la institución y de su tierra, es seleccionador nacional absoluto de hockey; antes lo fue en categorías sub-18 y sub-21.

Siempre ligado al Club Atlético San Vicente, en edad infantil ascendió sin temores dos categorías y debutó con el primer equipo. Era un niño. Ha sido internacional en 256 partidos y arribó a más 700 convocatorias. Debutó con la selección española de hockey hierba a los 20 años en el «Torneo 4 Naciones», que se disputó en Bruselas, a la llamada de Santi Cortés. Estuvo con su «stick» en la Olimpiada de Atlanta, en 1996 y en los mundiales de Utrech dos años después. Asistió como espectador a los juegos de 1992, celebrados en Barcelona: estaba sin equipo, ausente en la competición. Todo pasa. Toni Forrellat tomó las riendas de la selección de hierba. Apuntó el nombre de Juan Escarré en una pizarra para el Europeo de Dublín, en 1995. En Irlanda, Escarré mostró otra forma de practicar ese deporte: en defensa, en creación de juego y en cómo enviar las bochas a las mallas.

En el Club Atlético San Vicente, fundado el mismo año que nació Juan, ha sido jugador, entrenador y todo lo que se puede imaginar sobre la moqueta o en pistas de cemento. También jugó en el Fútbol Club Barcelona, en el equipo de la Complutense de Madrid y durante varias temporadas acabó las competiciones en equipos de Alemania, Inglaterra, India y Egipto, una vez que su club estaba listo para disputar la fase de ascenso o no descender de categoría. Consiguió el campeonato de Europa de hockey sala en de 1996 vistiendo el uniforme del Terrassa. Fue internacional sin equipo. Los de San Vicente del Raspeig fueron expulsados de la liga por no presentarse tres partidos en campos rivales. El autobús se quedó vacío, sólo acudieron a las citas tres o cuatro jugadores y una cesta llena de bocadillos. Pasó muchas tardes, tal vez miles, dándole a la pelota con el palo junto a su hermano Roberto y sus amigos Cholo, Gabi y José María, en partidas interminables que se cerraban cuando uno de los contrincantes alcanzaba los cien, los doscientos goles o más.

«He tenido mucha suerte en mi evolución como jugador. Siempre he estado en el sitio perfecto». La verdad es que sí, a parte de talento, destreza y pundonor en un deporte casero para los Escarré. El resultado lo dice todo.

A principios del nuevo milenio asumió el papel de capitán del equipo nacional y la dirección del juego de un conjunto español que posiblemente consiguió, entonces, los triunfos más importantes de su historia: la Champions Trophy (2004) y el Campeonato de Europa de Leizpzig, un año más tarde, con compañeros como Kiko Fábregas, Pablo Usoz, Xavi Arnau, entre muchos más.

El 23 de diciembre de 2003, Juan Escarré cumplió su partido oficial número 200 como internacional español. Fue en Madrid, en el primer partido de preparación del preolímpico frente a Malasia. España se impuso por tres goles a cero. Por su trayectoria fue distinguido por la Federación Española de Hockey.

Las lesiones marcaron los últimos años de sus viajes con el «stick»: luxación en un hombro, y esguinces de rodilla y otras teclas lo alejaron de las canchas. Estuvo en el dique seco toda la temporada.

En 2006 cerró su trayectoria como profesional.

Con pundonor, tras su retirada de la alta competición, Juan Escarré regresó al hockey en la temporada 2011-2012 con el equipo de su vida: el Club Atlético San Vicente, pero ya en competiciones menores. Es la historia de un deportista de élite, reconocido por instituciones y aficionados. Posee la Orden Olímpica del Comité Olímpico Español.

Su último partido como profesional fue en India, en 2005. Hace casi 19 añadas. Juan sigue en lo suyo. Ilusionado. Claro y directo, su nombre está escrito en una placa de piedra dedicado a su persona y a su historia con un palo de madera en el campus sanvicentino, colocada donde se corre y se salta, probablemente por ser un enorme deportista, grande: universal. Un orgullo para la gente de su pueblo, Alicante o de mucho más allá, y para la Universidad.

Ha crecido en todo junto a su esposa, Gracia, y las dos chiquillas: Martina y Saumya. Sigue en Rabasa. Hoy vuela a India para atender otro compromiso internacional.