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Análisis

Los caminos del bipartito: el PP se va al extremo; Ciudadanos, a la autodestrucción

Los pactos con Vox para aprobar la ordenanza contra la mendicidad y la prostitución y el Presupuesto evidencian que Barcala renuncia al centro, a los acuerdos amplios, mientras certifican que la formación naranja rechaza el poder que le dio las urnas

El portavoz de Vox, Mario Ortolá, interviene en un pleno en presencia, de izquierda a derecha, de la portavoz del PP, Mari Carmen de España; la vicealcaldesa y portavoz de Ciudadanos, Mari Carmen Sánchez, y el alcalde, Luis Barcala (PP)

¿Morir de pie o vivir de rodillas? Esta semana, en la ciudad de Alicante, se ha corroborado que Ciudadanos, en ese camino sin retorno hacia su extinción, ha optado por lo segundo. Que prefiere ser ninguneado por su socio oficial de gobierno, el PP, y humillado por el oficioso, Vox, a defender aquellas cuestiones que le llevaron, años ha, a convertirse en la esperanza del centro político, reivindicándose por entonces en ese papel de la moderación.

En Alicante, cierto es, que nunca fueron esperanza de mucho, sólo han demostrado ser unos supervivientes de lo público. Sobrevivieron a su primer mandato en el Ayuntamiento, mimetizándose con la nada. Imposible recordar algo relevante de esos primeros cuatro años. Tras ese periplo en la cómoda sombra, consiguieron mantener cinco de los seis concejales con los que debutaron en la Corporación local en 2015. Esas cifras solo se explican con la teoría predominante de que, en Alicante, el voto nacional tiene mucho peso.

Y así, sin hacer mucho más que enarbolar unas banderas centristas que les duraron en la mano el mismo tiempo que tardaron en tener que tomar decisiones desde el gobierno, sin hacer mucho más que dejar pasar los días, salvo excepciones contadas, esperando a la siguiente nómina y al próximo «sarao», Ciudadanos ha firmado esta semana su renuncia a todo.

Una persona sin recursos pide ayuda en una céntrica avenida de Alicante David Revenga

Primero con la controvertida ordenanza contra la mendicidad y la prostitución, conocida oficialmente como Ordenanza de Convivencia Cívica, que incluye multas de 3.000 euros a personas vulnerables. Pese a asegurar que estaban en contra del documento primigenio que impulsó la Concejalía de Seguridad, en manos del PP, Ciudadanos votó a favor en el pleno del pasado noviembre. Entonces no pudieron incluir las enmiendas para maquillar el escrito con la intervención social y una rebaja cosmética de las multas a las mujeres prostituidas. Se les pasó el plazo de registro. Llegaron un año tarde, aproximadamente. Son cinco concejales y aún más asesores, como apunte. Apoyaron ese texto pese a no estar a favor de su redacción, incapaces, aun siendo clave en la estabilidad del gobierno, de obligar a su socio a devolver el proceso al punto inicial y emprender un diálogo con la ciudad. Boca cerrada y cabeza baja.

En la fase de alegaciones sí consiguieron incluir cambios, retoques. Pese al rechazo unánime de las entidades sociales, incluida una nada sospechosa Cáritas, Ciudadanos siguió adelante con el «sí» a la ordenanza que tanto gusta en Alcaldía y que Vox llevaba exigiendo desde el arranque del mandato. El próximo martes, el bloque de la derecha, aprobará definitivamente un documento más que controvertido. Ahí estará Ciudadanos, pese a que dirige, en la figura de María Conejero, la Concejalía de Igualdad a la que no se le ha dejado intervenir en nada. 

Y después, en esa meta de renunciar a todo, llegó el Presupuesto municipal, que ha sufrido recortes nunca vistos en múltiples áreas sociales. El bipartito, con Ciudadanos incluido, se ha plegado a las exigencias de Vox con un tijeretazo en partidas que los ultras y ahora también Barcala consideran «ideológicas», según reconoció el regidor en la pasada Comisión de Hacienda, en alusión a Cooperación, Inmigración, Igualdad y LGTBI. Todas esas áreas están en manos de Ciudadanos, que ha cedido sin rechistar a las exigencias de los ultras. Tres de las cuatro, además, están dirigidas por Conejero, que nada dijo de la ordenanza y que, además, fue la encargada de avalar los recortes en sus áreas en la comisión del viernes. Sonó a recochineo. La misma concejala que dos días antes prometía mejoras presupuestarias en el Consejo de Cooperación, que un día antes negociaba convenios sobre Cooperación con instituciones públicas, el día de marras levantó la mano para arrasar con una concejalía ya bajo mínimos, pese a la promesa electoral compartida, con luz y taquígrafos, del entonces ya alcalde y la ahora vicealcaldesa de destinar el 0,2% del presupuesto a Cooperación en 2020 y el 0,4% en 2023. Por ahora, van por el 0,08%, y en continuo retroceso. La palabra, ya se sabe, tiene el valor de la persona que la pronuncia.

Los candidatos a la Alcaldía, durante la campaña de 2019, firmaron un compromiso a favor de la Cooperación informacion.es

Conejero, que ni está entre los miembros con voto en la Junta de Gobierno ni tiene cargo en el grupo municipal, fue la representante de Ciudadanos en la comisión. La portavoz y vicealcaldesa, Mari Carmen Sánchez, minutos después de esa cita, participó en la Junta de Portavoces desde un coche, camino de Castilla y León, a donde iba a cosas de partido. Del portavoz adjunto de Ciudadanos, José Luis Berenguer, nada se supo. Nada se sabe, en general. Más allá de que se dedica a prohibir el uso del Pitiu Rochel a las Hogueras, a poner los pies donde no toca en el palco del Hércules y a suprimir las escuelas municipales con la complicidad de una Alcaldía, de un Barcala y su entorno, que no le rechista nada. Más bien lo contrario. Ahí quien alza la voz es él. Y no poco Y le dejan, no vaya a amenazar con promover un cambio de gobierno hacia la izquierda. Las cifras darían.

Tampoco salen indemnes de los recortes exigidos por Vox otros dos miembros del bipartito. Y no cualesquiera. La vicealcaldesa, siempre envuelta en la bandera LGTBI, perderá la mitad de la partida de apoyo al colectivo, quedándose disponible únicamente el dinero que destina el Consell. El concejal de Presidencia y expresidente local del PP, Antonio Peral, ve limitada la acción de dos de sus proyectos estrella, o eso dice: el Plan de Inclusión y la Agenda 2030. 

Dos sesiones en dos días

Ese Presupuesto municipal, con un retraso inaceptable, se aprobará de manera inicial este miércoles, en un segundo pleno extraordinario en apenas dos días, que volverá a ser a través del plasma. Como si hubiera algo que esconder o de lo que avergonzarse, tal y como le recriminó el portavoz de Vox al alcalde tras una decisión controvertida que unió a toda la oposición. La sesión será telemática, hurtando el debate cara a cara, dificultando las protestas ciudadanas. Da igual que las sesiones sean presenciales en el Congreso o en las Cortes, que en la calle ya no haya ni que llevar mascarilla, que en la hostelería las restricciones sean testimoniales o que el propio Ayuntamiento organizase hace apenas unos días un acto con un centenar de personas en la Lonja. El pleno más importante del año y uno de los más simbólicos del mandato serán telemáticos. Y Cs, claro, encantado.

En ambas sesiones, la izquierda votará en contra. Utópico hubiera sido cambiar la postura de Unidas Podemos; difícil, la de Compromís; pero haber arrastrado al PSOE, a este PSOE, a una abstención en ambos casos habría sido cuestión de voluntad. De querer centrar el relato político. No se ha pretendido. Se ha preferido batallar en el extremo. El PP, Barcala impulsado por su entorno y sus aspiraciones, se siente más cómodo con Vox, es evidente. Y Ciudadanos no rechista. Los naranja tendrían el poder, en el caso de querer ejercerlo, pero prefieren seguir instalados en la complacencia, sembrando para recoger frutos en forma de sillones, ya con otra tonalidad política. El compromiso político y la coherencia personal, dicen los sabios, te deben llevar a votar en contra de tus intereses, pero a favor de tus principios. Luego está Ciudadanos, que olvidó sus principios y sólo se afana en preservar sus intereses.

Y después viene el PSOE, el PSPV, perdido en sus enredos. Firme defensor de tumbar la ordenanza contra la mendicidad y la prostitución, pero sin que esa postura salpique a València, claro está. Mientras la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra (Compromís), ya se ha mostrado enérgicamente en contra de un documento que ha llegado a criticar la ministra y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, los socialistas se limitan a mandar al portavoz municipal, Francesc Sanguino, al Puente Rojo, de noche, a grabarse un vídeo de rechazo a la norma. Y poco más. Están en contra, sí, pero tampoco es necesario significar a ningún “pope” en cuestiones «de Alicante» que no dan rentabilidad. O eso piensan. Y es que la mal entendida estrategia política cada vez deja cada vez menos espacio al compromiso con la calle, aunque seas un partido con la «ese» de social en tu identidad. 

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