La Vila Joiosa

Un grafiti de la Malladeta con dos siglos de historia

Vilamuseu expone algunas de las piezas del santuario entre las que hay un trozo de cerámica con un dibujo del edificio hecho con un punzón

La vitrina dedicada a la Malladeta con las nuevas piezas. / información

La Malladeta es un santuario costero que se creó sobre el 350 a.C. El templo ubicado en La Vila Joiosa estuvo ocupado hasta el año 75 pero aún en la actualidad sigue vivo en los restos arqueológicos que se excavaron entre 2005 y 2009. Entre ellos, un trozo de cerámica plano y rodado, como los que hay cualquier playa pero con un tesoro escrito: un grafiti.

Esta es una de las piezas que Vilamuseu ha sacado a la luz por primera vez y se podrá ver en la exposición «Tresors de la Vila Joiosa» que permanecerá hasta 2019. En concreto, el museo vilero ha renovado la vitrina dedicada a la Malladeta y se han añadido algunas piezas nunca vistas, dos de ellas «muy importantes para entender el yacimiento», que además cuentan con historias «muy curiosas», según el director de Vilamuseu, Antonio Espinosa.

La primera se identificó durante el lavado de materiales que ocupa gran parte del trabajo de cualquier excavación. En la última fase de ocupación del santuario, ya en el Alto Imperio romano, en la ladera este sólo quedaban las ruinas del santuario íbero, y sobre ellas los sacerdotes y los fieles romanos fueron arrojando basura durante un siglo. Entre esa basura se localizó esa especie de canto rodado que, al lavarlo, reveló un grafiti dibujado con un punzón. grafiti dibujado con un punzón.«Lo habían grabado antes de cocer la pieza de arcilla en el horno para convertirla en cerámica», indicó Espinosa

Llamó la atención el dibujo en el que «se apreciaba un tejado sobre una especie de casita; y, dentro de ella, una circunferencia que casi tocaba las paredes». Seguramente la pieza era una ofrenda a la diosa del santuario. Pero lo que más llama la atención es que podría ser la «única representación que tenemos del antiguo edificio sagrado de la Malladeta».

Aún hay más. La pieza viajó por La Vila ya que, en todos los santuarios se van retirando los «exvotos» viejos, es decir, esas ofrendas, para dar cabida a otros nuevos. Éste «acabó roto en la playa de la Malladeta y este fragmento permaneció suficiente tiempo en la orilla como para ser redondeado por el oleaje». Lo curioso es que, en algún momento después del año 25, «alguien paseó por esa playa lo encontró y subió hasta la cima», donde aún habría un templo, con el trozo de cerámica en la mano y acabó tirándolo de nuevo por la ladera y «ahí lo encontramos» en 2006.

La segunda pieza que se verá por primera vez es una «plaquita de plomo, muy fina, de apenas 2 milímetros de grosor» como las que usaban los iberos para escribir documentos comerciales. Tenía «algunas letras escritas». Los miembros de Vilamuseu intentaron descifrar en qué tipo de escritura íbera conocida en la zona o sus variantes estaba pero no lograban una coincidencia.

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«No conseguíamos una lectura que nos convenciera. Así que lo enviamos a un colega especialista en escritura íbera y su respuesta fue muy sencilla: dadle la vuelta, me parece que está en latín», afirmó Espinosa a modo de anécdota. Así que eso hicieron y encontraron unas iniciales. Además, el profesor Juan Manuel Abascal cree que el trozo de plomo «está recortado de una pieza más grande y que iba clavada a un soporte de madera por el agujero que tiene». Ahora esa pieza puede verse en la vitrina de la Malladeta donde se revela todo el misterio de esas letras.

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